Tejido de letras

¡Padre!
¡Madre!

Los años se desvanecen entre el vaivén de la danza de la quirina, que no ha dejado de festejar en este Pueblo. Su otrora presencia, se conserva bastante bien entre los cristales de las estrellas incontables de mi niñez.

¡Oh!… Brisa que atesora los susurros infinitos de ¡Tanto amor!
Imagino, entre lágrimas, sus almas libélulas de cenizas y candor, acariciando mi rostro y dándole hálito a mis recuerdos.

¿Qué es eso del Día de los Muertos o Día de los Fieles Difuntos?…
¡Qué es eso!
¡Padre!
¡Madre!

Sigo pensando que debe ser el ¡Día del Amor Infinito!

La muerte es una rosaleda, donde la ausencia viste los colores que se le antoje. Aquí pasean flores de miel que arañan nostalgias de sal. Nubes coloreadas con la tinta derramada del arcoíris, donde los ausentes susurran su amor en los legendarios idiomas del tiempo.

En este desierto de olvidos, la brisa es el puente levadizo entre los muertos y vivos. La cerca que limita esta tierra santa, es una serranía entre el ayer y este día, dónde cada rosa traída este día, es un latido sin voz que escucha el corazón.

En este día me duele todo
¡Padre!
¡Madre!
Pese a este sol de hierro. Entre lágrimas, sigo pensando que los muertos no lo están. Todos ellos se convierten en poemas, prosa poética y hasta en antipoesía. Se convierten en cantos de esqueletos que ignoran los grillos del silencio. Son manantiales que nos refrescan con el eco de afectos, mientras permanecemos sentados sobre las piedras del recuerdo que nos mantiene en pie… en medio de la tempestad del alma, en donde deletreo cada letra de sus nombres.

Los cirios, pronto alumbrarán las lágrimas derramadas por los deudos en esta tierra de olvidos… y las mías estarán entre ellas con alas listas para llegar hasta ustedes
¡Padre!
¡Madre!

Poeta Ismari Marcano Dicurú
Prosa Poética

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