Dr. Crisanto Gregorio León
La niña estaba en el cuarto:
era bella, limpia y bien criada, pero estaba muerta de miedo.
–«Memoria de mis putas tristes» / Gabriel García Márquez.
El delito de estupro. La más reciente víctima sexual de Julio, es una chiquilla que puede ser su nieta y que se maneja entre sus compañeros y en toda la institución como “la querida del director” y ella ingenuamente se ufana de eso, cuando en realidad es una adolescente engañada, usada y abusada por un adulto pedófilo con poder. Cual engendro satánico Julio el director, es el peor ejemplo para los estudiantes y los profesores, al mantener en una grave incorrección e inmoralidad de concubina notoria dentro de la institución que dirige, a una alumna adolescente que se jacta inocentemente de ser su “mujer” o “barragancita”, e ilusamente cree mandar e impartir órdenes. Todos saben que el director Julio está casado y que comete pecado en contra del sacramento eclesiástico del matrimonió, porque es adúltero y esa imagen es la que aporta para el personal docente y el estudiantado en general. Julio es un hombre que en razón de su bisexualidad y cometiendo estupro le pone los cuernos a su esposa con las alumnas y los alumnos vulnerables de la institución donde funge como el director. El séptimo mandamiento no solo prohíbe el adulterio y la pornografía. Prohíbe toda acción, vista, conversaciones, pensamiento o deseo que incita a la lujuria y a la inmundicia. Pero qué podemos esperar en esta institución si el director se llama Julio, el adultero, pornógrafo y corruptor.
El acoso sexual. Julio exige favores sexuales a las chicas y a los chicos como medio corruptor, es un acosador de bajo perfil. Julio es un sádico experimentado y está consciente que los adolescentes, las chiquillas y los jovencitos que se le acercan lo hacen por obligación o necesidad de estudios, preguntando cosas propias de la institución y no sobre sexo, ni planteando conversaciones indecentes. O simplemente por razones de inmadurez para que los demás estudiantes los vean codeándose o figurando con el director y presumir sanamente entre sus amigos. Pero ni las chicas ni los chicos andan en una sola excitación sexual buscando que Julio los sodomice – eso no existe criminal – , pero el inmoral director lo hace. Lo que pasa es que Julio es un obsceno que ensucia y pervierte a las chicas y a los jovencitos, aprovechándose de la vulnerabilidad de ellos y de la curiosidad de su edad.
Las conductas de acercamiento y en procura de socialización de los estudiantes hacia el director, son normales, sus intenciones son ingenuas y sanas, indagando sobre asuntos que tal vez podrían preguntar en otras instancias; pero igual lo hacen al director sobre las asignaturas, los programas, las planificaciones, los profesores y no porque estén ellas enamoradas, o ellos romantizados, ardiendo en deseo carnal por un viejo cuya asquerosidad personal, su suciedad espiritual y su descomposición moral y ética, lo delatan al acercársele. Julio, no es inocuo, finge corrección pero destila corrupción. Se maneja como culebra que se hace la boba hasta que los chicos y las chicas caen en su trampa para obtener sexo gratis mediante un consentimiento viciado y por lo tanto ese permiso para dejarse irrespetar, tocar y poseer sexualmente es nulo moral y jurídicamente y es perseguible criminalmente.
La imagen institucional. Los alumnos, en el lenguaje estudiantil, ni “las hembras ni los varones”, se le acercan al director Julio con la intención de que éste los manosee y los someta a sus perversiones sexuales, ni a sus jueguitos de palabras eróticas, de chistecitos vulgares y de doble sentido; sino porque presumen confiadamente que el director se comportará correctamente como un buen padre de familia. Pero Julio el director es una trampa, un hombre enfermo. Por lo general los hijos no desconfían de sus padres, entonces en ninguna mente y menos en la de estos estudiantes – las femeninas ni los masculinos – cabe la mínima sospecha de que el director se los quiere coger. Porque el director “idealmente” debe ser la imagen de una institución educativa, por eso entonces los estudiantes ven al director como una figura paterna, pero Julio los ve como presas sexuales y les tuerce el camino. Julio resultó ser un ciudadano enmascarado, un fiasco, que se descubre cual sádico y agresor sexual, oportunista de la ingenuidad de las y los adolescentes. Julio como persona es una podredumbre y como imagen institucional una mierda.
Julio el aberrado hombre, el director patético. Por su edad – la de julio – y la de la chiquilla – la adolecente – , el director podría ser su abuelo. Las chicas ni los jovencitos, que piensan en un futuro correcto y limpio de obscenidad, no andan buscando sexo sino academia, pero no pornografía y menos donde se matricularon para estudiar, porque se inscribieron en la institución con la proyección de obtener una carrera y no para hacer orgías con el director, no para que el director se las coja ni los sodomice a ellos. Las adolescentes victimas embaucadas por la labia retorcida en crasa ignorancia con lo que deben ser las buenas costumbres y la moral, caen en la red de pedofilia de este criminal, de este viejo morboso que con astucia insana les tuerce las circunstancias a las chicas y a los muchachos, envolviéndolos al punto de usarlos como sus esclavos y esclavas sexuales. De tal modo chiquilla que no elucubres que Julio se casará contigo, sino que se cansará y buscará a otra víctima.
Julio es un agresor sexual que se vale de su posición o jerarquía en la institución educativa que dirige, para aprovecharse de las estudiantes adolescentes, pero también de los alumnos adolescentes y satisfacer sus bajos instintos en su bisexualidad. Julio está consciente de que la chiquilla con la que anda y que tiene embaucada en estos momentos y la usa de amante o barragancita; sabe que esa niña se mantiene efímeramente a su lado, no porque “julito” sea un hombre apuesto ni un adonis precisamente, ni un jovenzuelo fortachón; sino porque tiene el puesto de director de la institución y eso entre los compañeros le genera a esta criatura, una fantasía de caché por el cargo que ejerce Julio y no por el hombre lepra que es Julio. Y la muchachita como todo adolescente se siente protagonista de “algo” que cree que es bueno, pero que no llega a comprender que ensucia su templo que es su cuerpo, y que andar de la “putica” del director como él mismo indecente Julio la llama; eso la denigra y la mancha ante los ojos de todos y ante los ojos de Dios.
Por como abusa de las niñas pareciera que Julio no tuviera hijas. Quienes se hacen los sordos, los mudos y los ciegos ante esta realidad institucionalpareciera que no tuvieran hijas ni hijos.El mismo comportamiento lesivo a la moral de las jovencitas y a la institución pareciera indicar que Julio el director no tiene hijas. Porque pisotea la dignidad y perturba la virtud de lo que se espera en el desenvolvimiento de una personalidad sana en los adolescentes. Y lo peor del caso es que se trata del director de la institución. Qué pudiese decirse entonces si sus conductas y comportamientos inmorales y antiéticos son copiados y ejecutados por los profesores y con ello se manda el mensaje a la juventud de que pueden mutilar el hálito divino que Dios depositó en ellos y echar a la borda los principios y los valores para rendirle pleitesía al director julio y a la pornografía, entregándoles sus cuerpos adolescentes como una ofrenda al demonio y a la maldad. Pero dentro de la institución hay otras autoridades que le copian a Julio sus mañas y sus dobleces. De modo que nadie está cavilando sobre el efecto bumerang, el karma o la ley divina, que a sus hijas e hijos otros adultos mayores con poder, en otros momentos puedan hacerle lo mismo o peor, a su descendencia y así paguen los inocentes lo que hacen o hicieron sus padres y abuelos a otros jóvenes y a otras niñas.
Confundir reverencia con deseo carnal. Julio se hace el Willie Mays y no quiere porque no le da la gana ni le conviene entender que la reverencia inmerecida o el respeto que le brinda el estudiantado por estar al frente de un cargo, no significa que las chicas y lo jovencitos inmaduros que se le acercan lo amen y quieran que el director los abuse y los sodomice. No juzga Julio que ni las chicas ni los chicos, no están enamoradas ni sienten amor por él, sino que es el respeto debido aunque él no se lo merezca. Pero ante la maleabilidad de los jóvenes decentes, Julio entra a hacer su trabajo destructor de la moralidad y de la ética. Este Julio es un viejo acomodaticiamente obtuso para abusar sexualmente de las chicas y los jovencitos. Viejo “mapleto”. Este director es un narcisista y aunque sabe perfectamente donde está parado, fantasea que las muchachitas lo buscan porque les explota el corazón por tan senil engendro. Julio es uno de tantos tipejos que están colados en la educación sin tener formación académico docente o fingen tenerla mediante documentos fraudulentos o falsos, forjados obtenidos a través de amiguetes tan corruptos como él, pero que de formación moral y cívica no tienen la más mínima idea ni siquiera concienciación de lo que están llamados a ser en tan honorables cargos como directores, que en vez de dar ejemplos de moralidad, deshonran el puesto y desprestigian la institución educativa.
La madriguera de un pederasta. Definitivamente el comportamiento de Julio, el director, es la más clara demostración de un hombre corruptor de menores y de adolescentes. Las riendas de una institución educativa jamás deben estar en manos de un depredador sexual. Debe proscribirse de la educación a un director que valiéndose de su jerarquía cometa el delito de estupro asimilado en otras legislaciones dentro de la agresión sexual como abuso sexual o violencia sexual. Que aunque arguya que las adolescentes y los jovencitos dieron su consentimiento para mantener relaciones sexuales con él por ser el director, se debe entender que se trata de víctimas especialmente vulnerables y se ha interpretado que una persona que califique como tal, aunque haya prestado su consentimiento para la relación, no está en condiciones de prestar un consentimiento válido. Cuánta desgracia para la educación de un país y para la generación en formación, que una institución educativa sea la madriguera de un pederasta. Y es que ese distinto nivel, plano o piso en que se encuentran víctima y victimario; es decir la jerarquía del director y la subordinación de la adolescente o del jovencito, es otra de las circunstancias que tipifica y condena esa relación como criminal. Porque además, debemos entender que el adulto es el director y que la niña adolescente o el jovencito aún no son adultos para darle una visión madura ni darle criterio adulto a lo que están haciendo o se están dejando hacer.
Julio ha convertido la institución educativa en un centro de lujuria y de pecado. Solo malos ejemplos desfilan en la institución educativa que dirige Julio. Porque precisamente ha sido el director quien ha montado los lupanares en el centro de estudios, en las mentes y en las conciencias desprevenidas de mentes dúctiles por su candidez o de aquellas psiquis deformadas por estar enfermas. Solo novedades de actos carnales al estilo Sodoma y Gomorra son las consuetudinarias noticias que trascienden el camino que ha construido julio el director. Un mundo de desenfreno en el que hay justificaciones a ultranza de lo que no es correcto moralmente, de lo que es abominable a los ojos de Dios, de lo que no se puede tolerar en un sitio que es para formar y no para deformar, pero Julio es el anti líder al que siguen los analfabetas morales y espirituales.
El estupro mediante engaño y seducción. Las legislaciones de distintos países tienen sus particularidades respecto de este delito, y lo pueden denominar o describir de otra manera y establecer variadas condiciones objetivas de punibilidad. Pero podemos concordar en sentido amplio en que el estupro es un delito sexual que se produce cuando una persona mayor de edad, mantiene relaciones sexuales con una persona adolescente, que consiente la relación, mediante el engaño o el abuso de superioridad sobre ella. En el caso de Venezuela el legislador no lo llama estupro pero tuvo la previsión de consagrarlo en el Título VIII de libro Seguido del Código Penal.
«La niña ya estaba instruida para el sacrificio».
– «Memoria de mis putas tristes» / Gabriel García Márquez.

