Carla Velásquez una joven deltana que hizo de la poesía su vida

La Filven, la más grande feria del libro en Venezuela llegó a su edición número 18 y en cada ciudad se abrió con un homenaje a un personaje de reconocida trayectoria en las letras. En Delta Amacuro, este honor recayó sobre una joven docente nacida en estas tierras y a quien algún poeta bautizó como La Gaviota, ella es Carla Velásquez.

Sus inicios como escritora de poesía fueron retándose frente a la obra de otros poetas conocidos por ella. Planteándose la idea de “si él puede hacer eso yo también puedo”. Así comenzó el transitar de esta mujer sencilla, dulce, de hablar pausado pero firme.

Comenzó escribiendo poesía infantil, letras que por muchos años la atraparon. Cada vez su interés por otro tipo de prosa invadía su pensamiento. Hasta que finalmente decide participar en un concurso internacional, y así fueron llegando las oportunidades y gana varios premios dentro y fuera del país.

Comenta que al principio piensa que no la tomaban en cuenta pero con el pasar de los premios, le requerían leerla y hasta buscaban sus libros. Considera que los premios internacionales llamaron la atención sobre su trabajo.

Carla comparte el tiempo entre un despacho de una empresa de servicios y por las noches da clases de literatura en un centro educativo cerca de su casa. Ante la pregunta de cuántos poemas ha escrito responde que perdió la cuenta.

Quiere viajar fuera de las fronteras venezolanas y uno de sus nortes es incentivar la lectura en los niños. Mirando hacia atrás dice que como no tiene un computador, sus participaciones las hace en línea y muchos sitios donde escribió fueron desapareciendo y con ello, sus poesías anteriores.

Con mucho acierto fue recopilando cincuenta poemas que hoy forman el poemario “En los confines del cielo”. El Gabinete de Cultura del estado adquirió el compromiso de imprimir este poemario.

Recomienda cultivar el hábito por la lectura, cree que es una de las formas de aumentar el acervo literario. Cree firmemente que un ser desde que está en el vientre de la madre y se lee un poema, allí comienza la pasión por las letras. Está segura que su madre leía poemas de Andrés Eloy Blanco y de esa manera le llegó. Dice que en su casa había un libro muy viejo de este poeta y siempre le gustó. Asegura que es importante tener una verdadera comprensión lectora para poder comprender los textos.

Está convencida que en el Delta hay mucho talento escondido, así como ella estuvo y que está por descubrirse. Por fortuna pensó que podía escribir y se lo creyó. En su sencillez confiesa que una vez le costó escribir que es poeta, pero hoy no solo lo cree sino que tiene la certeza.

Cree que el Manamo es una fuente de inspiración para los escritores y no en vano el poeta Juan Ramírez la bautiza con el seudónimo La Gaviota Deltana, nombre que le encantó.

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