Desde hace varios días cuando el Papa Francisco celebró desde la Plaza San Pedro una misa en solitario, se vislumbraba lo que sería la Semana Santa en el mundo para todas las religiones por la pandemia del Covid-19.
Semana Santa o Cuaresma, es una de las celebraciones de mayor solemnidad entre los venezolanos dándole incluso un contenido popular según la región y tradición religiosas.
Semana Santa es un tiempo de recogimiento espiritual, visitas a templos y en algunos lugares de dramatización de pasajes bíblicos. Ya que se recuerda la pasión, muerte y resurrección de Jesús.
El inicio lo marca el Domingo de Ramos, este día se acostumbra ir a la iglesia con palmas para ser bendecidas, una botellita de agua y se lleban a los hogares. Esa palma se convierte en una cruz que se guarda con mucho fervor.
Este año así como el pontífice desde Roma en solitario impartíó el Urbi et Orbis, la iglesia católica venezolana recomendó que colocaran las palmas en las puertas de sus casas y con el paso de procesiones estas serían bendecidas, así como también sacerdotes bendijeron por las redes sociales, por radio, entre otras. Todo es la fe con la que se acercan a Dios.
Hoy miércoles en las iglesias tradicionalmente se realiza la procesión del Nazareno. En Caripito, estado Monagas se realizna unos actos con cuadros vivientes. Este año esos actos no podrán darse por el aislamiento social impuesto para evitar el contagio por el coronavirus.
Jueves y viernes se conmemora los últimos momentos vividos por el Señor Jesucristo, con su sacrificio, como mayor prueba de amor por el hombre, plasmados en el vía crucis y crucificción.
El sábado a la medianoche, habitualmente conocido como sábado de Gloria, Jesús sale de la tumba, dando lugar a su resurrección y asunción a los cielos.
Aunque este año es atípico la conmemoración de estas tradiciones, el momento es oportuno para acercarse a Dios. Agradecer su amor, su entrega para brindar la salvación a la raza humana.
Esta intimidad con Dios, Padre , Hijo y Espiritu Santo es oportuna para pedir por la salud de los deltanos, los venezolanos, por los hermanos en el mundo, afectados por la pandemia, por quienes han perdido seres queridos y por quienes se marcharon, para que Dios consuele el alma de sus familiares. Independiente de la fe que se profese.
Una Semana Santa, sin playas, sin visita a templos, pero si con cercanía familiar. Hay que aprovechar la ocasión porque Dios está presente, hoy más que nunca.