Como se sabe este neologismo (nuevo vocablo) ha sido una propuesta que el Dr. Abraham Gómez, en su condición de miembro de la Academia Venezolana de la Lengua, hizo ante la Real Academia Española, y no ha dejado de alentar, para que quienes tienen allá la responsabilidad de examinarla (para ver si calza los puntos) y pasar a formar parte de nuestra habla cotidiana, al momento de referir que han asesinado a una mujer; porque de eso se trata, según nos lo explica este deltano de adopción; aunque ya tiene casi cincuenta años residenciado en Tucupita.
¿Ha resultado muy problemático pedir a la máxima casa de estudios y prescripción de nuestro idioma que corrija o por lo menos que dé una acepción más adecuada, cuando haya que decir en los medios o en las redes, que han acabado con la vida de una mujer?
Abraham Gómez: “Realmente, como todo proceso tiene sus trayectos que algunas veces parecen inalcanzables, y en otras ocasiones recogemos con satisfacción la solidaridad de muchos académicos que nos alientan a seguir adelante con nuestra propuesta; porque la consideran justa, necesaria y apropiada en estos tiempos; cuando se hace imprescindible llamar las cosas por su nombre”.
¿De dónde surge la idea original de acuñar esta palabra?
A.G” Todo parte desde el mismo momento cuando me incorporé, hace diez años, a la Academia de la Lengua en Venezuela. Hice saber en mi discurso que a la mujer debemos tenderle una mejor mirada de reivindicación integral; y fundamentalmente cuando leemos o vemos que la aniquilación física de una mujer la califican de homicidio, lo cual constituye un error, desde todo punto de vista”.
¿Entonces, no está bien que digamos que hubo un homicidio contra una mujer?
A.G. “No es lo más apropiado, lingüísticamente; porque homicidio se perpetra contra un hombre. La mujer tiene una palabra que la define, perfectamente que proviene del griego que es Gineco; si a ese término le agrega el sufijo cidio, que fue lo que yo formalicé en mi propuesta construimos Ginecocidio, que vendría a ser la muerte de la mujer por la causa violenta que sea, sin importar el contexto.
¿Pero, para esos casos ya no tenemos las palabras feminicidio o femicidio?
A.G “Precisamente, allí es donde se encuentra el ardid; porque cuando se mata a una mujer (representante legítima del género femenino) no estas acabando físicamente con el género; sino con el ser humano. Ese constituye el eje central de mi exposición; repito que hay una trampa léxico-semántica urdida en la construcción y en el significado del término femicidio (o feminicidio); con cualquiera de los dos que se emplee se ha pretendido atenuar y ocultar una terrible verdad, en preocupante incremento mundial: la muerte de las mujeres; sin que nos detengamos en los motivos que impulsaron la perpetración del abominable hecho”.
¿Si cree que pueda aprobarse, pronto esta nueva palabra, para empezar a utilizarla comúnmente en todas partes?
A.G “Una de las condiciones que trazó la RAE es que ya debe emplearse en los actos de habla y en la lengua cotidianamente es lo que ellos llaman frecuencia de uso; además, Debo manifestarles la inmensa alegría que sentí, en mi condición de proponente del citado neologismo, cuando a este nuevo término, como paso introductorio para su posible admisión, le abrieron un expediente (registro). Ha llevado una extraordinaria dinámica.
Procedieron nuestros honorables académicos, acto seguido, a nombrar una comisión de lexicógrafos, para que iniciaran el trabajo de disección morfo-sintáctica; igualmente procedieron a examinar si cumplía con los requerimientos de válida construcción léxico-semántica; así además, su articulación fonética; la posible función fonológica que se le atribuye; su semiótica (significado preciso); la aplicación pragmática ( uso práctico en una circunstancia determinada) o de cualquier otra consideración que ellos crean conveniente para el análisis.
Exhaustiva e interesante labor a la que ha sido sometido el vocablo ginecocidio, por parte de nuestra máxima autoridad de la lengua española en el mundo; precisamente porque tal rigor comporta una de sus concretas funciones, según lo contempla el artículo primero de sus Estatutos.
¿Qué más debe consignar usted en la RAE, y cuánto tiempo habrá que esperar para que aparezca en los diccionarios la palabra ginecocidio?
A.G “He entregado a tiempo, a la RAE, todos los elementos justificadores de Ginecocidio, como palabra que irrumpe y reclama, más temprano que tarde, su justo espacio en el olimpo del léxico de nuestro idioma.
Debo dejar dicho también que, a veces, se producen decepciones y críticas al Alma Mater de las Letras por incorporar al Diccionario de la Lengua española (DLE) palabras que no se usan o que nadie conoce, dejando atrás otras cuya notoriedad y merecimientos son evidentes.
Estoy consciente de todos esos riesgos; sin embargo, tengo la inmensa satisfacción que asumo, como tarea, una modesta cooperación idiomática para develar, con la mayor exactitud, los crímenes atroces que contra las mujeres se cometen; y que la mayoría de las veces, algunos medios de comunicación, además en la RED o en conversaciones cotidianas, se pretende disimular el ginecocidio”.
¿Para cuándo estima su aprobación?
A.G “Según me han informado, ellos estiman que, para la próxima edición del Diccionario de la Lengua Española, a finales de año pueda aparecer. Dios mediante.
¿Cómo se siente, con este aporte que hace desde el Delta del Orinoco, Venezuela, para la lengua española?
A.G “Satisfecho de haber contribuido en algo para y por nuestras mujeres; sin embargo, no basta que la Real Academia Española apruebe el vocablo Ginecocidio: neologismo que he propuesto, y que ha tenido receptividad. No es suficiente un nuevo término, si continúan incrementándose hechos criminales contra la mujer en su condición de ser humano. Lo que debemos proponernos es evitar, en todo tiempo y lugar, que se sigan manifestando tales injusticias contra la mujer.