Dr. Crisanto Gregorio León
Sea cual sea la posición de una persona en la vida,
debe tener antes que nada una responsabilidad moral.
– Película. La corrupción 1963.
Un verdadero Black Friday. El viernes veintidós de noviembre de 1963 es ultimado a tiros en Dallas (Texas) el trigésimo quinto (35°) presidente de los Estados Unidos, John Fitzgerald Kennedy, de 44 años de edad. Fue el cuarto presidente de esa nación asesinado y el octavo que murió en ejercicio de sus funciones. Y el mismo día en la misma fecha nació o se estrenó en Italia para el mundo la película titulada “La Corrupción”. Su trama y su guión retratan a un hombre “basura” de comportamiento despreciable, que tuerce el camino y la vocación de su hijo arrancándoselo a Cristo. Sendos sucesos, el asesinato de Kennedy y el estreno de la corrupción no solo tienen en común la fecha de ocurrencia que denominamos simultaneidad, sino que “ponen en el tapete” a seres indignos y de naturaleza bestial, en lo que podemos llamar presagios y concreción del nacimiento de la maldad. Algo así como si el universo estaba reiterando para esa fecha la aparición de la bestia en un posicionamiento oscuro y macabro para el mundo.
Lee Harvey Oswald, el asesino del presidente John Fitzgerald Kennedy, nació en Nueva Orleans, Louisiana, sin conocer a su padre. Fue un niño retraído, temperamental y de tendencias agresivas. Asistió al séptimo grado en el Bronx, Nueva York, pero a menudo estaba ausente, lo que llevó a una evaluación psiquiátrica en un reformatorio juvenil. El psiquiatra Dr. Renatus Hartogs lo describió como inmerso en una «vida de fantasía vívida, girando en torno a los temas de la omnipotencia y el poder, a través del cual trata de compensar sus deficiencias y frustraciones”. Y le detectó una alteración del patrón de personalidad con características esquizoides y tendencias pasivo-agresivas prescribiéndole un tratamiento continuo que el joven evadió. Oswald, un ex marino estadounidense enviado a la reserva creía que la vida le debía todo.
¿Y cuál es el paralelismo que podemos apreciar en estos sucesos respecto al tío negro el coronel psicópata Séptimo Masquer?
En cuanto al asesino del presidente Kennedy. Que el asesino de Kennedy, cuando niño era temperamental con tendencias agresivas, al mismo nivel que Séptimo Masquer cuando infante, ambos con patrones de alteración de la personalidad, requirieron atención psiquiátrica en la juventud. Y el asesino del Presidente Kennedy también militar retirado, que para el momento de la comisión del crimen había sido enviado a la reserva del Cuerpo de Infantería de Marina de Estados Unidos y por lo general la psiquis de estos sujetos experimentan trastornos y secuelas post guerra o post servicio y al igual en la situación de retiro del coronel psicópata Séptimo Masquer que no ha ido nunca ni a una guerra de minitecas pero sufre del síndrome de Hubris, experimenta una «vida de fantasía vívida, girando en torno a los temas de la omnipotencia y el poder, a través del cual trata de compensar sus deficiencias y frustraciones”.
Además de conductas agresivas y patéticas, Masquer se niega a abandonar el ente que está parasitando por el limbo que eso le pueda significar, porque no sabe qué va a hacer con su vida una vez que no tenga quien le obedezca ni donde ejercer el mando, ni de donde extraer recursos, ilícita y delictivamente. Ambos, Oswald y Séptimo Masquer tienen en común que no son neurotípicos. Tal cual el trastorno del recordado y admirado Johnny Weissmuller, quien estaba convencido de ser Tarzán y no de representarlo, se le veía en su residencia paseándose en taparrabos y ejecutando el famoso grito. Así al coronel psicópata se le “crispan los nervios” y no soporta estar sin la tropa de los necios y sin mando, por lo que necesita para su salud mental serviles correveidiles y aláteres monos voladores. Pero mientras tanto en este interregno está acumulando todos bienes patrimoniales y los dólares mal habidos que la corrupción y las extorsiones le permitan, para su segundo retiro. Se está apertrechando por obra del delito, de todo el dinero sucio y dinero negro – que es verde – que no declara ni al fisco ni a las contralorías. Porque el oro que son los dólares producto de las extorsiones y la venta ilícita de títulos valores estafa, junto a los esclavos que son sus monos voladores; constituyen el opio para su psicopatía.
En cuanto a la película “la corrupción”. Una película que retrata los aspectos más oscuros de la naturaleza humana. «La corruzione» (Corrupción) es una película italiana de drama estrenada el 22/11/1963, dirigida por Mauro Bolognini y basada en la novela el sospechoso «Il sospetto» de Friedrich Dürrenmatt. Esta película ofrece una exploración del panorama social y moral de la Italia de la posguerra, y se adentra en los sórdidos mundos de la corrupción, el poder y la ambigüedad moral. Drama que narra la inquirida historia de un padre que usa a su amante para corromper a su hijo y que éste se olvide de su vocación religiosa. La película denuncia la decadencia, y la depravación moral que yace oculta debajo de la superficie.
El padre de Estéfano es un hombre basura de comportamiento despreciable, que promueve conductas contrarias a la vocación eclesial de su único hijo varón, un adolescente sensible y tímido, un joven ingenuo y soñador, quien para evitar la corrupción y la inmoralidad del mundo de los negocios, piensa entrar en un seminario, pero su padre Leonardo, contrario a esa decisión, lo convence para hacer un crucero donde lo hará caer en la tentación. En el barco, el chico conoce a Adriana, una joven arribista y calculadora que presionada por el padre de Estéfano, consigue hacerle desistir de tomar los hábitos. Tal cual el coronel psicópata Séptimo Masquer es un hombre basura que ejemplifica y promueve en los jóvenes usuarios comportamientos contrarios a la ética y a la moral y definitivamente violatorios a las leyes. Séptimo Masquer comete el delito continuado de estupro – ahora mismo tiene de barragana a una niña que puede ser su nieta – y es especialmente sádico atacando y agrediendo psicológica y sexualmente a los más vulnerables, valiéndose de su jerarquía.
«La corruzione» es una obra maestra del cine italiano de la década de 1960, que invita a la reflexión sobre la naturaleza humana y los dilemas morales que enfrentamos. Esta película es un recordatorio de que en un mundo de poder y ambición, la línea entre la inocencia y la corrupción puede ser muy delgada, y que incluso las decisiones más pequeñas pueden tener consecuencias de gran alcance. A través de su cautivadora narrativa y sus interpretaciones excepcionales, «La corruzione» sigue siendo una obra relevante y valiosa en el panorama del cine clásico. Y en ese paralelismo podemos aseverar que desde que Masquer parasita la institución “por la desgracia” del nombramiento que recibió del compadrazgo en el delito del hijo de migrantes italianos el general Sméagol el propio Alphonse Gabriel Capone, desde ese instante, los funcionarios monos voladores y los que se hacen los huevones pero acólitos y súbditos de la corrupción dejaron ver y dejan ver su verdadera naturaleza. Cuánta desgracia para este organismo desde que Masquer se cruzó en su hoja de ruta.
Desentrañando los paralelismos entre la película “la corrupción” y la corrupción liderada en la institución por el coronel psicópata Séptimo Masquer, la evidencia empírica demuestra que este militar nunca más ascendido, es y se comporta como el sospechoso «Il sospetto» a que se contrae la novela de Friedrich Dürrenmatt en la que está basada la película “la corrupción”. De igual modo en la institución que jefatura Masquer los escenarios son propios de sórdidos mundos de corrupción, de poder y de ambigüedad moral. Una gestión llena de secretos, mentiras y negocios turbios, envuelta en una red de corrupción y compromiso inmoral de actividades nefastas en las que están involucrados no solo Masquer sino sus monos voladores. Que de igual modo que en “la corruzione” , en la institución desde que se posesionó el coronel psicópata Séptimo Masquer, desde entonces se han podido apreciar de los clientes internos y de los clientes externos , los aspectos más oscuros de la naturaleza humana, como corrupción, extorsión y desenfreno moral entre tantas decadencias.
De igual modo que en la película “la corruzione”, en la institución jefaturada por Masquer, se puede calibrar el contraste entre la inocencia e ingenuidad de la mayoría de los usuarios como el caso de Estéfano y la corrupción del mundo adulto en el que se ven involucrados. Sin lugar a dudas, el coronel psicópata Séptimo Masquer personifica la corrupción. Y la institución está inmersa en un mundo sórdido de corrupción, abuso de poder y ambigüedad moral. Tal cual en la película, en la institución la decadencia, y la depravación moral yacen ocultas debajo de la superficie de lo que dejan ver Masquer y su monos voladores. Mareados por el efecto narcótico del poder y de la riqueza fácil, los comportamientos amorales e inmorales, anti éticos e ilegales, censurables penalmente, están a la orden del día en la institución.
«Oro y esclavos. El primero lo corrompe todo; el segundo está corrompido por sí mismo. El alma de un siervo rara vez alcanza a apreciar la sana libertad: se enfurece en los tumultos o se humilla en las cadenas».
– Simón Bolívar.