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Dr. Crisanto Gregorio León.

«No creas conveniente estar ocultando pruebas,

 pues las pruebas terminan por salir a la luz».

  • Bertrand Russell.

“Te conozco bacalao, aunque vengas disfrazao”. Personajes como el coronel psicópata se saben camuflar, se saben ocultar y se mezclan, se infiltran entre la gente empática y se hacen pasar por una de ellas. Este coronel es un psicópata integrado, en el sentido de que es un disocial doméstico, que sabe actuar como una persona común y corriente, pero siempre anda urdiendo planes para obtener sus fines criminales y perversos, y en ese cometido no le importa a quien o a que destruye.  Se convence a sí mismo que está disimulado, que está perfectamente escondido entre las personas que les sirven de escudo para hacerse pasar como alguien sin trastornos de la personalidad. Pero en ese afán, también está totalmente convencido de que  las personas que manipula y maneja, son sus marionetas, que son tan ingenuas que no lo descubrirán y es precisamente porque de ordinario la gente no anda pendiente de identificar y detectar a un psicópata, pues debe tratarse de un profesional de la salud mental que haya sido advertido de las conductas desadaptativas de este individuo , un experto que lo “visibilice”, o víctimas que hayan experimentado y sufrido en su propia psiquis las perversiones de este actor del disfraz psicológico y/o psiquiátrico y lo logren exponer. En tal sentido, el coronel psicópata se sacia creyendo firmemente que las personas a quienes él manipula, realmente lo quieren y lo estiman por su grandiosa personalidad y eso le da seguridad en su mundo de enmascaramiento. Así el coronel psicópata es ególatra y narcisista: se siente superior al resto de la gente.  Piensa que todo lo que le ocurre es más importante que lo vivido o sentido por  otras personas, pues él se intuye especial  y con ausencia total de empatía es incapaz de asumir el punto de vista del prójimo.

Para un hombre que no es nada diplomático para con sus víctimas, a quienes les aplica el desprecio, la intolerancia y el desprestigio, aunado a que les viola vilmente sus derechos humanos; sin experimentar ni remordimientos ni culpa, como un acto de lucimiento para con sus monos amaestrados, para jactarse ante sus monos voladores o monos jalabolas. Para impresionar y que la gente ofendida se amedrente y diga, ¡qué miedo, tiembla tierra que el coronel está bravo!. Este canalla con saña y malevolencia, hace uso maléfico de su circunstancial  minúsculo momento de poder y se deja ver tal cual alimaña. Explotaría de lo inflado como el  hindenburg  si fuera ministro de defensa y con toda certeza daría un golpe de estado y se  auto nombraría presidente de un país tercermundista y subdesarrollado. Porque así es él, tercermundista y subdesarrollado. Entre tanto,  los clientes externos e internos de la institución, no hacen sino ser condescendientes por necesidad, ya que no les queda de otra para cuidar sus afanes y estos últimos para conservar  el trabajo que los ayuda a medio comer.

Al tratarse de un hombre impuesto por sus amiguetes militares en un cargo que merece un mejor gerente y una mejor persona y el coronel psicópata no ha luchado por ganarse la buena disposición  de nadie , sino el abundante odio, porque ha trabajado al revés maquinando inquinas y descontentos, se ha esmerado miserablemente en portarse como un coño de madre con la gente de valía y decente, pero no así para con sus cómplices y coautores, con los delincuentes y deshonestos a quienes mantiene como sus hombres de paja. Y se comporta así premeditadamente, tal cual depredador social  para infundir terror porque además su personalidad no le permite fingir por mucho tiempo que es bueno cuando en realidad es pura maldad;  ya que el coronel es dominado por su psicopatía y  no por su inteligencia. De tal manera que no posee liderazgo natural. El coronel psicópata no posee carisma natural y como todo psicópata aparenta un carisma que no tiene y eso lo sacia y se auto engaña, pero es como una ventosidad pedregosa y maloliente que por mucho que la apriete y la retenga siempre se exterioriza, siempre se va a salir.  Y esa es su estrategia, propia de personas que como él sufren de trastornos de la personalidad. Y lo que recibe de feedback por parte de los trabajadores de la empresa y de los usuarios  es la morisqueta de un trato obligado y tangencial, por el puesto que ocupa pero no porque posea calidad como ser humano. No sólo es un fraude su título de doctor, sino que también su personalidad es fraudulenta.

Conversando con trabajadores de la empresa y el personal que me escribe con asiduidad, preocupados por la permanecía del coronel psicópata , de este rufián como palafrenero, y el mal ejemplo que transmite;  me refieren el asco y la repulsión que este parásito les produce y que la gente trabaja en un ambiente tóxico, las horas laborales entre los hombres de paja se van en chismes y cotilleos, en pugnas y rivalidades infértiles, y ralentizan los procesos, porque los monos voladores  como imberbes adolescentes se devanan los sesos  por ser émulos del psicópata, como alumnos siniestros de un depravado corrupto y la gente ganada por querer hacer las actividades  conforme los derroteros institucionales, es pateada , descalificada y relegada a últimos planos y la delincuencia interna se encabrita y mantiene los espacios, reduciendo los escenarios de la gente proba y profesional.  En muchos casos , a los monos voladores por hechos propios se les tranca el juego por querer sentir que manejan poder , en puestos que ni son clave, ni en última instancia son tomados en cuenta, porque no obstante los dictámenes , en la institución se hace lo que dice el coronel psicópata, quien todo lo controla y manipula. Y así se aplica la pervertida y corrupta voluntad del coronel psicópata y nadie se esmera por sacarlo de sus errores, porque ya a estas alturas no vale la pena querer meterlo en un redil en el cual no entrará porque el coronel nació deforme, nació descompuesto y la psicopatía no tiene arreglo, no es una opción pretender curarlo. El doctor fraude no tiene remedio, que no sea la cárcel en su momento.

 Pero el coronel en sus fantasmagorías mentales piensa que es un tipazo, que lo idolatran tal cual él pretende jactancioso y que  la gente se debe sentir halagada de ponérsele genuflexa, ante tan imponente figura ,  porque se asume como un cuatriboliao y minoso sólo conveniente para sí mismo, que se deja marear por el tufo del minúsculo poder que las circunstancias le colocaron porque sufre del síndrome de Hubris, y que para conseguir sus perversiones engaña o cree engañar en un “derroche falso” de minúsculas cortesías que no lo caracterizan, además de un apenas buen trato ocasional  porque no le es connatural , con sus segundas intenciones y siempre malsanas; pero de hipócrita  y letal amabilidad. Y no entiende el insano militar retirado que es al cargo que ostenta y no a él,  al que le rinden falso respeto.

Pero el doctor fraude es en estos menesteres de sentirse poderoso, inflado cual gallineta;  “educado” hacia afuera cuando le conviene, pero diabólico en el hogar, con la personalidad de un psicópata por dominar a las mujeres. Como el hombre que asalta sexualmente a su mujer y piensa que ella se deja por amor, cuando es el miedo que le produce inmovilidad tónica y se deja poseer como una res destazada. Pero luego la digna mujer, se baña, se lava, quisiera quitarse el pellejo y vomita y escupe, quema su ropa íntima y las sábanas, para borrar y olvidar toda huella material, pero quedan las huellas psicológicas, por la desgracia del  fraude de marido que tiene. ¡En esto no hay hazaña coronel, sino bajeza y delito!.  Que pobre persona es usted, qué prefiere imaginar que lo respetan y lo quieren, mientras es maldecido por cada acto reflejo al respirar, como actos reflejos son las manifestaciones de su psicopatía, porque está invadido y controlado por Míster Hyde.  Pues se deja dominar por el “ello” que es su parte impulsiva, donde la parte racional o sea su” yo”, sucumbe y el hombre moral, el superyó queda proscrito, tal cual un idiota moral. Así lo describiría Sigmund Freud. Podemos aseverar que el coronel psicópata además de ser un analfabeta moral lo es también espiritual.

¿O es que acaso el coronel y su barragana la etílica Isabel, piensan que And la Reina, la secuaz peliteñida por ejemplo, que además no tiene autoestima ni amor propio , les guarda  fidelidad o lealtad por respeto  y no porque está cuidando sus negocios oscuros de los que aprendió con Ananás y con Juanita? Lo que sí es cierto, es que la justicia les pondrá los ganchos al coronel psicópata  y a su equipo de monos voladores y de hombres de paja,  y la policía contra la corrupción hará el trabajo de trasladarlos  hasta las mazmorras. Es el largo brazo de la ley.  

No hay honor usando a las personas, ni que las personas finjan un respeto y una lealtad que no les es espontánea, sino producto de la necesidad por sobrevivir, sobre todo en los escenarios adversos que ha diseñado el coronel psicópata. Cuanta desventura le cayó a la institución al ser conducida por este piloto maldito.

 «Cuando encuentres oposición,  trata de superarla por medio de la razón y no de la autoridad, pues una victoria que dependa de la autoridad es irreal e ilusoria».

  • Bertrand Russell.

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