Emir Balza
Quizá soñé despierto ese día. Ha ocurrido solo una vez conmigo. Mi cuerpo fue tomado por la naturaleza; el pasto, los árboles y el vastísimo río. Un vértigo repentino sacudió suavemente mí rostro, pero en segundos transcurridos logré controlar el vértigo que me había envuelto. De prisa contemplé los alrededores y muy vertiginosamente mis ojos se abrieron tan grandes como la gigantesca luna llena, cautivados por la belleza de ese misterioso lugar. Había en ese hermosísimo lugar árboles de todos los tamaños con sabrosos aromas, frutos de muchos sabores y flores con variados colores. Un río extenso con el sol resplandecía y cada marea suya a lo lejos mágicamente se iluminaba. En la noche también contemplé mirando ansiosamente un cielo cubierto de estrellas, eran incontables. No hubo sonidos que perturbaran mis oídos. Y en ese transcurrir de contrastes siempre mi cuerpo estuvo inmóvil. Definitivamente estaba enamorado de ese agradable y tranquilo lugar, pero cuando de un sobre salto desperté, nada de esto había ocurrido.(Enero 2018)