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Apenas había llegado yo a Tucupita ( de eso hace casi cincuenta años), y ya advertía la presencia, en esta ciudad, de una persona extraordinaria; de agradable y prolija conversación; sumamente trabajadora y – entre muchas otras cualidades– conocedor y además espontáneo comentarista (en el quiosco de la plaza, donde acudía a comprar la prensa diaria), de los detalles de cada equipo y los jugadores en el beisbol profesional venezolano.
Un inolvidable personaje de nuestra Deltanidad, sin dudas; que cabe, perfectamente, en la narrativa de cualquier novela.
Bailarín excepcional de la música popular venezolana; inclusive partícipe en difíciles competencias — de entonces– en el Centro Cultural Deltano y en el Galpón de Carepalo.

Constituía factor esencial de lo puramente tucupitense; con lo cual nos hacía sentir orgullosos de este generoso terruño
Bayó o Vayó, como también se solía escribir su hipocorístico: dígase el apelativo cariñoso, familiar y afectivo para nombrar a Jesús del Valle Marcano ; nuestro entrañable amigo, quien en esta fecha se despide — físicamente– de nosotros.

Un dato curioso, es que había nacido un 17 de febrero de 1952, en horas de la mañana; exactamente el mismo año, mes y día en que vino al mundo mi esposa Sonia.
Ellos permanentemente — al encontrarse– recordaban tan hermosa coincidencia existencial.
Con su impecable religiosidad, iba a misa casi a diario; aprovechaba para saludar con efusión a sus innumerables amistades.
Respetuoso con todos y extrovertido siempre.
Hoy, nos toca elevar una plegaria ante Nuestro Creador para que reciba su alma buena y noble y le conceda el lugar, suficientemente merecido.
Deseo, al propio tiempo dar mi sincera y oportuna palabra de pesar a tan bella y muy digna familia, con quienes he compartido bastantes momentos; les expreso que en la mitad de cada lágrima que derramen, por este ser querido, van adheridos mis propios sentimientos.
Bendiciones.

Dr. Abraham Gómez R.
Delta del Orinoco, 11 de enero de 2023

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