A juicio del profesor Juan González, miembro del Comité Regional del Partido Comunista de Venezuela (PCV) en el Estado Delta Amacuro, la Universidad Territorial Deltaica (UTD) “Francisco Tamayo” luce como una vieja prematura, está languideciendo muy temprano, a pesar de haber cumplido el pasado 24 de noviembre apenas 8 años de su creación. El polémico y conocido educador, luchador social y dirigente político basa su aseveración en los siguientes hechos: desde hace más de tres años carece del comedor estudiantil, tampoco cuenta con el servicio de transporte y, para variar, los malamañosos de “cuello duro” desaparecieron al puro estilo de David Copperfield, las 10 computadoras donadas en el 2014 por la alcaldía del municipio Tucupita en la gestión de Alexis González, para apoyo a la biblioteca virtual “Arístides Rojas”.
Por otra parte, recuerda Juan González que las 270 sillas nuevas para estudiantes y las 18 sillas y escritorios para profesores, cuya dotación fue hecha por la Gobernación en el año 2014 para el funcionamiento de las aulas ubicadas en el módulo verde nuevo las fueron desapareciendo poco a poco, y recientemente los “caribes criollos” de la UTD vendieron a la chatarrera que está en el barrio El Jobo, precisamente frente a nuestra Universidad parte del autobús blanco grande, conocido como la “Minita”, abandonado desde hace mucho tiempo cerca del edificio de Agroalimentaria, junto con un lote de pupitres.
Resulta paradójico el que se mantengan las extensiones en los tres municipios sureños del estado Monagas (Sotillo, Uracoa y Libertador) heredadas del antiguo IUT Dr. Delfín Mendoza, pero en sus 8 años como UTD no ha podido hacer presencia en Antonio Díaz, Casacoima y Pedernales, que son tres municipios del estado Delta Amacuro. Otra paradoja cuando la población estudiantil pasaba de 5 mil había pupitres suficientes y aulas disponibles, ahora que ha habido una paulatina y considerable disminución de la matrícula, presuntamente faltan pupitres y aulas.
La falta de transporte estudiantil no solo incide en el ausentismo en las actividades académicas normales – y lo más importante – hace nugatoria, impide la participación de los estudiantes, fundamentalmente de los PNF en Ingeniería Agroalimentaria y Medicina Veterinaria en las prácticas programadas para el CEIPA, incluso en la participación de éstos en proyectos comunitarios en localidades cercanas a la Universidad (barrios, urbanizaciones y caseríos); en los cubículos donde funcionan las Coordinaciones de los PNF de Medicina Veterinaria, Ingeniería Agroalimentaria y el Departamento de Estudios Avanzados los aparatos de aire acondicionado o se los han robado o su período de vida útil pereció; en los laboratorios ubicados en el edificio de Agroalimentación hay equipos y reactivos tantos nuevos como viejos sin uso; la biblioteca también está sin aire acondicionado desde casi tres años porque los delincuentes de “cuello duro” se cojieron, se robaron el Split; los estudiantes de las llamadas Ciencias de la Salud (Enfermería, Fisioterapia y Terapia Ocupacional) no cuentan con recursos didácticos; los estudiantes del PNF en Construcción Civil también carecen de equipos para las prácticas tanto en la Universidad como fuera de ella.
La UTD es un lugar de notorios y desagradables contrastes: entre el sector verde y el módulo donde funciona la Misión Sucre levantaron un pequeño bodrio, en el que presuntamente funcionaría la “arepera socialista”; justo al lado, como dice la canción del merenguero dominicano Wilfrido Vargas, del módulo donde funciona la División de Docencia y la Coordinación del PNF en Enfermería, levantaron a la velocidad de la luz, otro bodrio, que para ironía, está destinado a la Coordinación del PNF en Construcción Civil, y muy cerca, también están abandonadas desde hace más de tres años dos construcciones de Educación Física después que les robaron sus equipos; no muy lejos de la edificación de dos plantas construidas por el Gobierno Ejecutivo Estadal en el año 2014 están 10 “bellas durmientes”, es decir 10 aulas cuya construcción está paralizada desde hace más de 10 años; se han pintado varios sectores y hay una bella ornamentación navideña, pero también hay 14 autobuses, dos carros pequeños y un camión desmantelados y abandonados; tres embarcaciones fluviales deterioradas, bajo sol y lluvia, de las cuales dos (2) son de la UTDFT y una (1) de la Misión Sucre. El Centro de Investigaciones y Prácticas Agropecuarias “Médico Veterinario Héctor Iguanetti” (CEIPA), es muy poco lo que ha arrimado para el “mingo” del comedor estudiantil y para el resto de la comunidad universitaria, pués desde hace tres años no nos venden carne a los obreros, personal administrativo y docentes y, por supuesto, mucho menos contribuye a que la UTDFT tome la iniciativa e impulse las Ferias Agropecuarias en el municipio Tucupita. El CEIPA es una especie de negocio de la esperanza que ni progresa ni avanza, debido a que esta parapléjico, culmino diciendo en forma sarcástica el profesor Juan González.