Han sido años difíciles para muchos. El empeño de implantar un modelo fracasado sumadas las sanciones extranjeras arruinaron a un país llamado a ser de los mejores del mundo.
Sobran los estudios que demuestran lo brutal de la caída si bien terminan siendo innecesarios porque en la tragedia que se vive día a día los números no cuentan. Entre tantos la “Encuesta Nacional de Condiciones de Vida” de la católica Universidad Andrés Bello, que ya llega a su octavo edición, es un referente por la rigurosidad metodológica que la marca y la objetividad del análisis. Puede que no les guste a unos u a otros los resultados, pero muy pocos se atreven a cuestionarlos.
ENCOVI 2022, de baja divulgación inexplicablemente y publicada días atrás, muestra cambios significativos acerca de la realidad-país que ratifican si es posible una rápida recuperación económica, que debe ir atada a lo social, si se levanta el cerco extranjero, adelantan las políticas adecuadas y se garantiza que las decisiones correctas que se tomen se ejecuten rápida y eficientemente,
Según ENCOVI 2022, por vez primera en siete años la pobreza se reduce en casi 15 % con un 50 % de los hogares en condición de “no pobres”. Limitados en la práctica a solo dos, los programas sociales tocan a la casi totalidad de los venezolanos con el CLAP llegando, aunque no regularmente, al 90 % de los hogares venezolanos y las transferencias monetarias de distintas denominaciones y montos, siempre insuficientes, pero recibidas por millones.
La inseguridad alimentaria desciende y la percepción del abastecimiento mejora apreciablemente, el empleo informal se reduce aumentando el formal 7,9 % hasta el 50 % incrementándose el número de puestos de trabajo tanto en el privado como público, más en el primero que en el segundo.
La encuesta dedica especial atención a la migración mostrando que las tres cuartas partes de los que se marchan lo hacen en búsqueda de trabajo seguidos de los que van tras la reagrupación familiar para un 85 % combinado. Solo 3 % declara que se larga por razones políticas.
En salud sorprende la afirmación que hay un mayor porcentaje que recurre a los servicios privados a la par que se incrementan los asegurados en un 10 %. Igual comportamiento exhibe la educación privada con una cuarta parte de los estudiantes venezolanos inscritos en institutos de gestión privada, una subida de 11 % con respecto al año pasado. El repunte de estos indicadores es muestra también del aumento de los ingresos de los venezolanos que hace posible que un porcentaje importante migre de la atención pública a la privada.
Para la educación lo presentado por ENCOVI 2022 obliga a un compromiso nacional. Si hay un sector que en el mundo el COVID 19 golpeó duramente ese la educación.
Un informe reciente de UNICEF titulado «¿Están aprendiendo realmente los niños?» analiza el impacto de la epidemia en escuelas de 32 países y territorios de renta baja y media indicando que cerca de 147 millones de niños se han visto afectados en su escolarización. Entre los ejemplos citados destaca que el 43% de los estudiantes de las escuelas públicas en Liberia no regresaron a las aulas cuando las escuelas reabrieron, que el número de niños sin escolarizar en Sudáfrica se triplicó de 250.000 a 750.000 y que cerca de 1 de cada 10 escolares ugandeses no volvieron a los colegios después del cierre de clases durante dos años. En el apartado de género afirma que el abandono escolar femenino de la educación secundaria en Malawi creció un 48% mientras que una encuesta en Kenia reveló que el 16% de las niñas y el 8% de los niños no regresaron cuando se reabrieron las escuelas.
Para el 2022, según ENCOVI 2022, se tiene en las aulas venezolanas unos 190 mil estudiantes menos desde la educación inicial hasta la universitaria sobresaliendo como razón principal para desertar, en el caso de los jóvenes, la poca pertinencia de la oferta educativa.
Soy testigo del gran esfuerzo, en niveles de apostolado, que miles adelantan para garantizar más y mejor educación en Venezuela. Hay en marcha un ambicioso proceso de transformación educativa en el cual todos debemos comprometernos. Veo con admiración y sin mezquindad, lo que dos mujeres -Yelitze Santaella y Tibisay Lucena- impulsan para convertir a la educación en herramienta fundamental para el mañana de Venezuela. Lo he dicho en infinidad de escenarios, Venezuela será diferente si la educación es diferente.
Recursos suficientes para garantizar justa remuneración a los docentes, así como mejoras a la infraestructura y el equipamiento deben ser prioridad. Ahora que existe la posibilidad que como resultado del diálogo, que se retoma, se liberen miles de millones retenidos en el extranjero, la educación, también la salud, debería estar de primero en la lista a recibir aportes significativos que tanto se requieren. Si fuese así, yo estoy seguro, ENCOVI 2023 mostrará un repunte en la matricula educativa y más importante convertiremos a nuestras escuelas, liceos y universidades, en plataformas para la Venezuela que merecemos.
PRENSA LEM