“Toda persona tiene derecho a expresar libremente sus pensamientos, sus ideas u opiniones de viva voz, por escrito o mediante cualquier otra forma de expresión y de hacer uso para ello de cualquier medio de comunicación y difusión, sin que pueda establecerse censura”
Artículo 57
Constitución de la República
Bolivariana de Venezuela
Tirando la piedra y escondiendo la mano como tratando de guardar formas, apariencias y no ser percibidos de complacientes contra los ataques a la libertad de expresión, sino que entre gallos y media noche han armado un discurso que en verdad lo que persigue, promueve y su fin último es reformar a conveniencia o eliminar por otra, la actual Ley de Ejercicio del Periodismo, es en lo que andan algunos colegas revolucionarios llamando al “pueblo”, “a estar vigilantes sobre la campaña de mentiras y manipulación que ha emprendido la derecha y factores empresariales apátridas para intentar impedir la actualización y adecuación de nuestro instrumento legal”, pero cuando al pasajero bien lo conocemos por su maleta la misión de la Asamblea Nacional no es otra que tratar de provocar un apagón de noticias no convenientes, poniendo al periodismo al servicio gubernamental y convertir a la mayoría de los venezolanos en castrados mentales.
Ciertamente dicen que el papel lo aguanta todo y no es mentira que las intenciones no sean otras de sacar del camino al periodismo que incomoda y a unos de sus principales actores, el periodista profesional, que nunca debe dejar de ser contestario, investigador, acucioso, denunciante y nada complaciente con una realidad nacional donde, por ejemplo, la pésima calidad de vida de los venezolanos forcejea posiciones con la de otros países como Haití o naciones africanas. ¿Es o no cierta esa realidad o es un invento de los periodistas? Controlar, evitar, frenar, obstaculizar o impedir el libre ejercicio del periodismo venezolano, eliminando o modificando la Ley de Ejercicio, cual traje a la medida, donde los medios de comunicación o los periodistas sean impedidos, censurados o neutralizados de trasmitir el hecho noticioso, es el propósito de la maléfica maniobra a la que prestan su “intelecto revolucionario” colegas que se convierten en verdugos no sólo del periodismo, sino del sufrido “pueblo”, el mismo que dicen defender, cuando, por ejemplo, una comunidad reclame el buen funcionamiento de los servicios públicos a cualquiera de los tres niveles de gobierno y eso no sea publicado. Triste papel el de esos “colegas” de pretender pagarse y darse el vuelto, pero olvidan que entre cielo y tierra no hay nada oculto.
También podrá ocurrir cuando el periodismo destape y denuncie dolosos manejos de los dineros públicos. Allí está la raíz de esa firme intención de quienes los compromete una afinidad ideológica y en nada el derecho de la gente a tener libertad de expresión sin limitaciones. Este asunto no es un problema sólo de periodistas y/o medios de comunicación. Lo es de la sociedad venezolana. Por eso en la Asamblea Nacional comienzan a moverse en esa dirección. Debe denunciarse, enfrentarse y no permitirse, accionando la participación de todos los sectores de la vida nacional que impida esta aspiración retrógrada.
Sepultar el periodismo serio, socialmente responsable y éticamente incuestionable es el objetivo rojo para lo cual están prestándose colegas alineados y ganados a que el dominio de esta profesión origine la eliminación de las escuelas de Comunicación Social. En vez de egresados universitarios, los periodistas serían modelos de milicianos alternativos, populares o comunitarios sin formación científica y académica que sólo respondan a la línea política de Miraflores. Algo así como periodistas express. No importará tener que egresar de universidades, públicas o privadas, sino que la obediencia la deberán al comisario político y no a los problemas de la gente y de la libertad de expresión.
Otro paso posteriormente será ir por otras profesiones universitarias donde la rigurosa formación académica y científica no importará demasiado. Ya bastante se ha escrito y denunciado el caso del sector sanitario venezolano, donde la formación de médicos integrales tiene un abismo en cuanto a tiempo de estudios y especialización.
Lo diligente de esos colegas apasionados mas por ganar un halago entre camaradas, no ha sido el mismo demostrado cuando en nuestro país en casi una década 110 periódicos de circulación nacional y regional desaparecieron por no tener papel para poner a andar las rotativas. Tampoco las decenas de periodistas, reporteros gráficos, personal de los talleres, ruteros o administrativos que perdieron sus empleos por el cierre técnico de los periódicos. Además de la judicialización, persecución, ostigamiento, detenciones, carcel y exilio de muchos periodistas venezolanos. Qué decir de otros trabajadores de televisoras, emisoras radiales o portales echados a la calle por la confiscación y cierres que ha ejecutado Conatel a lo largo del tiempo. ¿Dónde estaban esos colegas ávidos por ganarse hoy un elogio de sus jefes políticos y no el agradecimiento del “pueblo”, su familia, amigos o conocidos por defender la Constitucion Nacional de 1999, la Ley de Ejercicio y el Código de Ética del Periodista Venezolano?
Entre tanto, el Colegio Nacional de Periodistas, CNP, formula un llamamiento a sus más de 26 mil agremiados, además a otras instituciones gremiales, profesionales, académicas, deportivas, sindicales, empresariales, culturales, religiosas y, en general al venezolano de a pie, a estar atentos y a rechazar cualquier maniobra que busque deslegitimar el derecho a la libertad de expresión, la defensa de la democracia y el respeto al trabajo de los periodistas de este país.
Por:
José Aranguibel Carrasco
CNP-5.003
Martes 19/7/2.022