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“La guerra es la salida cobarde a los problemas de la Paz”.

Thomas Mann

Claro ningún parecido deberían tener una cosa con la otra como dice el título de este artículo, pero en ambos casos no hay dudas que las dos son una tragedia y en eso sí estaríamos de acuerdo, amigo lector, porque muy lejos de nuestra tierra el absurdo, la negación de la vida misma y la sed, no de agua, sino de poder llevó al jefe del Kremlin, Vladimir Putín, a adelantar una invasión a gran escala a Ucrania con el parte de muertes de lado y lado que ningún pretexto puede justificar ante Dios y los hombres, mientras que de este lado del planeta, propiamente en el estado Zulia, tenemos los ciudadanos otra tragedia social de magnitud que no mata a personas aun cuando desgasta la vida día a día, debido a servicios públicos, entre ellos, el suministro de agua que no funciona como debería, convertido desde hace rato en la principal queja de la gente desde que sale el Sol hasta que se acuesta.

Lo de Ucrania no es un chiste a los ojos de la humanidad cuando despertamos el último jueves, observando a través de las redes sociales, la invasión por tierra, aire y mar de tropas rusas que superaban diez a uno a sus contrapartes ucranianos. Triste y deplorable escenario bélico donde la población civil siempre lleva la peor parte. Hasta este lunes, sólo hace dos días, ya eran más de 352 los muertos de la población civil, 16 de ellos niños a quienes la barbarie les arrebató la vida.
Tampoco de este lado del planeta es un chiste la otra tragedia de sufrimiento, martirio y dolor de cabeza de cientos de miles de zulianos que no mueren de sed, pero envejecen prematuramente y viven estresados, angustiados o de mal humor por no contar con un eficiente servicio de suministro de agua que igual su infuncionabilidad adelanta el cambio en el color del cabello de muchos, cuando las canas y arrugas de la piel aparecen también por las contínuas desveladas o malas noches, amaneceres o atardeceres en la titánica tarea de no dormir y darle descanso al cuerpo, esperando que llegue el líquido de la vida o paseándose a pie o en cualquier medio de transporte, buscando, cual tesoro escondido, el agua de tomar, asearse o preparar los alimentos.

A ese martirio o tragedia que sin ser una conflagracion bélica dispara impotencia y el mal humor a cualquiera, hay que agregarle la ración diaria de otro servicio muy deficiente, el eléctrico, cuando en tandas prolongadas es interrumpido por dos, tres o cuatro horas cual ración diaria de patria que golpea, sin distinción de edades a hombres, mujeres, abuelos, jóvenes o niños de los 21 municipios del estado Zulia.
Chiste más bien no deja de ser lo anunciado estos días por el presidente de Hidrolago, Freddy Rodríguez, cuando 24 horas después de la invasión rusa a Ucrania, dijo que el despacho que dirige iba a comenzar a cobrar este servicio que, seguro estoy, todos los habitantes de esta tierra estamos de acuerdo en pagar y cancelar, pero como decimos los zulianos por experiencia de promesas anteriores incumplidas del dicho al hecho hay mucho trecho. Además, lo lógico y sensato, debería ser que primero vemos resultados satisfactorios y todos quedamos contentos, pero la propuesta oficial de elevar la tarifa es al revés, porque de entrada nada bien ha caído lógicamente. Demuestren primero sus “buenas intenciones” de mejorar el servicio y luego incrementen las tarifas.

En el Zulia, sus habitantes, siempre hemos querido cañones donde salga agua, muchísima, pero limpia, pura, segura, sin color a papelón, nunca mortíferas balas, ni promesas y menos mamaderas de gallo de las que tenemos mucha tela de dónde cortar.
En sus muy ambiguas declaraciones Rodríguez —quien anteriormente estuvo 11 años dirigiendo Hidrolago desde 2005 a 2016— aseguró que los precios de las tarifas rondarán «entre 30 y 40 bolívares, dependiendo de la residencia”, pero el funcionario parece olvidar que el salario mínimo actual está en 7 bolívares —equivalente a 1 dólar con 59 centavos y el salario mínimo integral en 10 bolívares o lo que es lo mismo a 2 dólares con 28 centavos—, es decir, que independientemente de “tarifas solidarias” que a bien tenga el organismo para “el pueblo” olvidan la tabla nacional de sueldos y salarios que gana el zuliano, ubicado entre los peores del mundo. Además, es de suponer que la hidrológica no vendrá retaliativamente a querer cobrar deudas atrasadas que no son culpa de los suscriptores de la tarifa residencial, comercial o de grandes empresas. No es un secreto a voces que antes o después de su primera gestión, Rodríguez sabe como también los suscriptores, que aire y no agua es lo que ha salido mayormente por las tuberías de los acueductos zulianos, a pesar que los embalses que en teoría fueron construidos —en la IV República— para surtir a Maracaibo, Costa Oriental y otras zonas, nunca han dejado de estar full de agua.

En resumen, nuestra propia tragedia de escasez de agua en vastos sectores del estado Zulia seguirá siendo una guerra de cada amanecer, donde los ciudadanos seguiremos poniendo nuestra paciencia y energía física en procura de tener servicios públicos eficientes, pero esperando que del lado de las trincheras del gobierno nacional, regional o municipal sus gerentes respondan y cumplan su deber de gerentes o se hagan a un lado para que otro responda y la eficiencia y soluciones lleguen como esperamos los venezolanos y zulianos que la tranquilidad, sosiego y la paz gane en Ucrania donde la agresion rusa no continúe causando mas dolor y desgracia.

José Aranguibel Carrasco
CNP-5003

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