Manuel Hernández
Lo que quiero compartir hoy con ustedes no tiene nada que ver con la noticia, ni con la política, tiene que ver directamente con lo que somos, lo que hacemos de nosotros a través de nuestro modo de pensar o lo que permitimos a las circunstancias.
Mire, no es lo que somos, o lo que tenemos o donde estamos o lo que realizamos, lo que nos hace felices, no, nada de eso. Lo que nos hace felices o desgraciados, es lo que pensamos a cerca de todo ello. Ejemplo; dos personas pueden estar en el mismo sitio, haciendo lo mismo, ambas pueden tener sumas iguales de dinero, y de prestigio, y sin embargo, una es feliz y la otra no porque? por una diferente actitud mental. William Shakespeare dijo: «nada es bueno o malo, sino que el pensamiento es lo que hace que las cosas sean buenas o malas». Abraham Lincoln dijo una vez: » que casi todas las personas son tan felices como decidan serlo». Tenía razón. La antropología social o cultural o la etnólogia o sociocultura como quiera llamarlo, estudia el comportamiento humano, su cultura, y las estructuras de las relaciones sociales, y psiquiatría, su estudio, permite asomarse a las honduras del alma humana, el individuo, la persona, está hecho con una fórmula irrepetible cuya composición ni siquiera se puede transmitir con palabras, es lo que llaman los psiquiatras, la cartografía sentimental de cada uno.
Un tema que trato profusamente en mi libro «Mi Amigo el Pensamiento». Aunque los sentimientos no son materia directa de la psiquiatría, y ésta trata es, las alteraciones mentales, lo que pasa es que casi no hay alteración mental que no se acompañe de una alteración de los sentimientos. El sistema emocional influye decisivamente sobre la razón. Cosas que he venido tratando en diferentes programas de radio desde hace mucho. El sujeto, llamémoslo así, no es un término común, digamos, algo técnico, como es utilizado en la jerga psiquiátrica y en psicología, en fin, el sujeto tiene tanto una función cognitiva, cuánto una función emocional ¿por qué? porque la mera cognición no es suficiente para vincular. Para que el sujeto en determinada situación desarrolle una actuación determinada, tiene que vincularse a ella, y ésa vinculación solo puede partir de lo que se llama: interesarse, sentir un deseo, un sentimiento.
Mucha gente cree que los sentimientos es un terreno, digamos, desconocido y se tienen ideas equivocadas al respecto. A mí me interesa mucho los términos coloquiales, vulgares, aunque no los utilice, porque revelan hasta que punto se ha ido consibiendo una teoría de los sentimientos muy curiosa. Se dice, por ejemplo: «está afectado por la ira o por la rabia», pero el término de afectación no se aplica para otro tipo de sentimientos. Es un hombre muy sentimental ¿Qué quiere decir? Un hombre que se emociona fácilmente en el sentido del llanto o de la compasión; pero no se dice que es muy sentimental porque odie mucho, son distorsiones que revelan hasta que punto culturalmente unos sentimientos han sido positivizados y otros negativizados. No es que haya sentimientos negativos y otros positivos, solo lo son en función de los efectos que producen.
La gente considera que amar es positivo y odiar es negativo, pero no es cierto, hay amores muy destructivos: si yo amo un objeto imposible, que me está impidiendo la realización factica de otro amor, ése es un amor negativo. Mientras que hay odios positivos, como el odio a la injusticia, al mal, a un dictador, es pues, positivo, porque si no fuera así, no se lucharia contra ellos.
En los 40 años como locutor colegiado, y en los 25 como periodista, siempre he recomendado a la gente la afición por la lectura, también por mí formación como escritor y poeta, porque pienso que la captación de la persona en su totalidad la ha hecho mejor el novelista, el escritor, con sus intuiciones, por eso los libros son los que nos enseñan, y muy especialmente a ciertas edades. Si usted Lee «Crímen y Castigo», a los 14 años, está viviendo situaciones que a lo mejor no se le presentarán en la vida, pero que gracias al libro puede experimentar. Muchos creen que hay una relación entre el grado de cultura que posee una persona y su riqueza emocional, pero no la hay en lo absoluto ¿Porque pretender que un señor porque sepa mucho de teología o de matemáticas, va a tener un mundo emocional más rico? el mundo emocional se enriquece por las experiencias, y éstas se producen independientemente de la formación intelectual que se posea.
Ciertamente hay una herencia genética de nuestro patrimonio sentimental. Se viene al mundo con unos programas genéticos mediante los cuales los sentimientos se esbozan, parece que nacemos con la posibilidad para reconocer expresiones de hostilidad y expresiones de acogimiento.
El refranero que es muy conservador dice que: «más vale malo conocido que bueno por conocer». La verdad es que toda novedad es perturbadora, en el sentido de que le obliga a uno a un reaquilibrio. Hay personas que ya han conseguido un hábitat en el que se sienten seguras y llega un momento en que dicen «mire no me venga con cosas nuevas». Es la capacidad del ser humano de adaptación. Mire, todo eso de la sociedad actual, la competitividad y el poder, es algo muy literario y sobre todo muy demagógico. Si usted Lee » Alabanza de Aldea y menosprecio de la corte», de Fray Antonio de Guevara, se dará cuenta de la competitividad, la ambición y las luchas con que se vivía en la corte en el siglo de oro. En todos los tiempos y en todas las sociedades, los sentimientos no han sido los mismos.
Los sentimientos están basados en las experiencias que vamos tendiendo. Mis experiencias son diferentes de las que tuvo mi padre, y por eso, mi repertorio sentimental y emocional tiene que ser distinto. Otros tipos de sentimientos los provocan los paisajes, por ejemplo, cuando he visto el Salto Ángel, o la cascada en el parque La Llovizna, me a producido pánico al pensar que yo sería un átomo en aquella inmensa cantidad de agua. Existen sentimientos que pueden compartir todos los individuos de una colectividad, pero son siempre individuales. La razón homogeiniza a los hombres, porque si usted y yo, llegamos a la conclusión de que 2 y 2 son 5, ya somos iguales en eso.
Son los sentimientos los que hacen a las personas irrepetibles, porque aunque a usted y a mi nos guste Mozart, su manera de percibir a Mozart y la mía, son distintas. Realmente los sentimientos mueven a las masas, sea la pasión por un equipo o la xenofobia, pero son los sentimientos compartidos en lo que tienen en común. A usted y a mi nos gusta Mozart y vamos a prescindir de nuestras diferencias emocionales o sentimentales. El carácter, por ejemplo, es una resultante de esa cartografía sentimental, que mencione.
No nacemos con un carácter, nos lo construimos. El carácter es el destino, lo decía Goethe. Pero también la base de las emociones es el deseo, y no todo lo que yo deseo puedo ni debo conseguirlo. Así es realmente todo. Somos seres emocionales.