La inflación agrava cada día más las necesidades de las personas que no cuentan con una entrada económica fija. Para la mayoría, la solución es buscarse un resuelve en el comercio informal.
Katy Morales, tiene 55 años de edad, lleva 15 años de su vida viviendo en Santo Domingo, una comunidad fluvial del municipio Pedernales.
Es madre warao de 10 hijos, cinco de ellos ya no viven con ella, a diario trabaja por los cinco que aún permanecen bajo su techo. No depende de ninguna nómina, pública ni privada, sólo cuenta con lo que hace a diario para el sustento de su familia.
Su historia como vendedora ambulante comenzó vendiendo bolsas plásticas en el mercado municipal de Tucupita.
Debía levantarse todos los días a las cuatro de la mañana para prepararse y emprender su salida al mercado, pasaba el día recorriendo el mercado a pie desde las cinco de la mañana, una rutina que repitió a diario durante cinco años.
Relata que el 19 de mayo de 2019 fue un día que nunca olvidará. Ese día salió con todos sus hijos a visitar a su hermana y de regreso a su casa, le tocó vivir una experiencia triste y lamentable.
Desconocidos entraron a su casa tipo barraca, y se llevaron las pocas pertenencias que tenían, y por si fuera poco, le prendieron fuego a las ropas y los chinchorros, en cuestión de minutos perdió lo poco que tanto esfuerzo y sacrificio le había costado conseguir.
“Fue muy difícil ver como se seguían quemando las ropitas de mis hijos, cuando llegamos los chinchorros y las láminas, mis hijos no paraban de llorar, y tuve que ponerme fuerte frente a mis niños y hablarles que íbamos a salir adelante”.
La originaria ha dejado de vender bolsas plásticas y ahora expende cubitos en el mismo mercado municipal, donde logra vender hasta cuatro “cajitas” de cubitos, pero llegan días en que no corre con la misma suerte y solo vende una cajita.
Cada caja de cubitos tiene un valor económico de 12.00 bolívares en el mercado mayorista, contiene 60 unidades, Katy los vende en pequeños combos de tres por 1 bolívar.
A pesar de su situación, Katy Morales, no pierde la esperanza de que algún día el país mejore y ella pueda conseguir un trabajo formal para apoyar a sus hijos hasta el último día de su vida.
KAPÉ KAPÉ