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El temor por los motorizados es una realidad que se vive en Tucupita, sin importar la hora en que este se te atraviese, y más si estás distraído por las calles de la ciudad.

Una señora que vive en la calle Sucre dijo que basta escuchar el ruido de una motocicleta para que su corazón “se dispare”.

La hora no importa, mucho menos el lugar. El temor por los motorizados se convirtió en algo natural en una localidad pequeña como la es Tucupita.

“Yo ando pila con las motos, le tengo un miedo, y más si andan dos personas” expresó la ciudadana este martes.

La capital deltana se adaptó a estar desolada al caer el mediodía, esto se debe a las acostumbradas medidas de confinamiento por el coronavirus, que no ve luz al final del túnel.

Cuando esto ocurre, los deltanos temen. Las desoladas calles bajo el sol del mediodía, todo puede suceder.

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