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El docente indígena, Rubén Bastardo, permaneció 8 años en silla de rueda por padecer una afección aguda que le produjo parálisis de las extremidades inferiores por más de 96 meses.

En febrero logró cruzar la frontera entre Venezuela y Brasil, en busca de medicina y asistencia humanitaria para su situación médica.

Acompañado de dos de sus hijos, atravesó de forma ilegal la línea de las dos naciones conocida como la trocha. El traslado no fue nada fácil, Bastardo superó el camino no permitido apoyado sólo por un bastón, siendo socorrido a mitad de camino por un motorizado.

A comienzos de febrero, Rubén Bastardo, de 57 años, superó los caminos verdes para atravesar las fronteras de Venezuela con el gigante país amazónico de Brasil, llegó hasta las fronteras de Pacaraima y logró instalarse a los dos días en un refugio nuevo de las Naciones Unidas en Boa Vista, capital del estado de Roraima, Brasil y fue nombrado como cacique del nuevo albergue. 

“Mi papá tiene muchos años atado a esa silla de rueda, sólo sus ganas de vivir le han permitido mantenerse con vida” sostiene su hija Yorgelis Bastardo. Además, indica que Bastardo es padre y madre, puesto que su mamá falleció siendo muy pequeños todos los hermanos: “desde allí él se dedicó a nuestra crianza, nunca nos abandonó”.

La joven profesional que hasta hace poco formaba parte de la Policía Nacional Bolivariana, se vio obligada a renunciar para acompañar a su padre para migrar hasta Brasil por la situación de carencia total de medicinas y la necesidad de una asistencia humanitaria para padre. 

El equipo de Kapé Kapé, dialogó el pasado mes de enero con Rubén en su humilde casa ubicada en el sector conocido como el cruce de Volcán, parroquia juan Millán del municipio Tucupita. Allí, Bastardo confirmó la necesidad de una asistencia integral, en cuanto a las medicinas para su padecimiento y la carencia alimenticia que le afectaba diariamente “son ocho años, he andado por Tucupita en silla de rueda y ahora con el bastón sin lograr ayuda alguna”.

KAPÉ KAPÉ

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