Gerónimo Figueroa Figuera
CNP: 569.
Como dice el refrán, “lo que está a la vista no necesita anteojos”. La verdad es que fue el colmo de los colmos, ver y escuchar el 11 de enero en cadena nacional de radio y televisión, desde la sede del parlamento nacional, a Nicolás Maduro, decir que la inflación y la pobreza extrema eran producto de lo que él llama la guerra económica declarada por el imperio y las mentiras puestas a rodar por los enemigos de la revolución chavista integrada por elites de la burguesía criolla y los traidores a la patria que viven cómodos en el exterior y que solo buscan evitar la formación del hombre nuevo. ¡Pero han visto tamaña vaina!, diría mi Santa Madre.
Sin pestañear Maduro dijo que la pobreza extrema no llega a 5% y la general no pasa de 12% en nuestro país, pero lo mas bochornoso de ese circo montado en lo que en otrora fuese el Palacio Federal Legislativo, es que ninguno de los que estaban sentados en el hemiciclo y que se dan golpes de pechos diciendo que son diputados “opositores” y defensores del pueblo, no hicieron ni quiera un gesto con la cabeza para protestar por lo que en ese momento decía Nicolás. ¡Como añoramos aquellos tiempos en el parlamento cuando María Coraje Machado dijo sin ningún temor: “presidente, expropiar es robar! Parece que en tiempos de alacranes esas expresiones no existen.
Entrando en detalles para desmontar lo que Maduro dijo en la sede del parlamento nacional, practicaremos un pequeño ejercicio de recordatorio. En enero del 2019 el dólar oficial, el que maneja el Banco Central de Venezuela, para no meternos con el paralelo, estaba en 3.200 bolívares y el salario mínimo era de 18 mil bolívares, equivalentes a cinco dólares con 60 centavos. En enero 2020 el dólar estaba en 74 mil bolívares y el salario mínimo eran 250 mil bolívares, equivalente a tres dólares con 33 centavos. Y ahora en enero 2021 el mismo dólar oficial del Banco Central está en un millón 550 mil bolívares, y el salario mínimo nacional es de un millón 200 mil bolívares, equivalentes a 65 centavos de dólar. Eso se llama devaluación.
Y no me vengan con aquella frase perversa que en mala hora pronunció el resentido social nacido en Sabaneta, que “el venezolano no compraba en dólares”, porque en este momento hasta los limosneros piden en dólares porque el Bolívar fue pulverizado y nadie lo quiere. Tres millones de empleados públicos y tres millones y medios de pensionados reciben un millón 200 mil bolívares mensuales, o sea, 65 centavos de dólar. En ese sentido quiero preguntarle a Maduro, a Cilia, Diosdado y a los hermanos Rodríguez, entre otros, que carajo se compra en Venezuela con 65 centavos de dólar, cuando un kilo de harina pan, cuesta un dólar con 30 centavos, solo por nombrar un producto alimenticio de la dieta diaria.
Si la vaina sobre la pobreza en el país es como lo dice Maduro, entonces porque los venezolanos, aún con lo que representa la amenaza de muerte del virus chino, siguen huyendo sin rumbo fijo, incluso vemos niños de seis, ocho, diez y hasta 12 años, tan venezolanos como los hijos de los corruptos enchufaos, caminando por las carreteras de otros países expuestos a cualquier peligro atravesado, sin saber a dónde van llegar, porque la meta trazada es llegar a cualquier parte donde puedan trabajar para poder sobrevivir, para no morir de hambre en su propio país.
Según las estadísticas de Acnur de la ONU, organismo encargado para la protección de los refugiados, la diáspora venezolana está integrada por casi seis millones regada por todo el mundo. Y según proyecciones de ese mismo organismo por el ritmo porcentual como salen huyendo de su propio país, este año 2021 la diáspora venezolana pudiera pisar la frontera de los ocho millones en todo el mundo. Entonces, si la vaina es como lo dice Acnur de la ONU, como es que maduro asegura que en Venezuela la pobreza prácticamente no existe.
Maduro entre los cuentos también dijo que el 2020 en pleno virus chino, con encierro obligatorio en sus casas para los venezolanos habían construido 400 mil viviendas. Como es posible que con plantas cementaras paralizadas por falta de personal y materia prima para la producción, igualmente con la Siderúrgica del Orinoco, SIDOR, paralizada sin producir cabillas, Nicolás haya lograda tan audaz hazaña. También dijo que el total de viviendas construidas por su revolución en 22 años es de 4 millones 400 mil. ¡Caramba!, a menos que las casas sean tipo lego con las que juegan los carajitos, o de cartón como dice una de las canciones de Alí Primera.
Con una simple operación de matemáticas. Si somos 30 millones de venezolanos pero la diáspora se ha llevado seis millones, en el país quedamos solo 24 millones. Si una familia está formada por tres personas mínimas, entonces seríamos 8 millones de familias, de las cuales 4 millones 400 mil han sido favorecidas con el programa de viviendas del chavo-madurismo, entonces nos indicaría que en 1999 la peste roja llegó, en Venezuela solo existían tres millones 600 mil viviendas en todo el territorio. Entonces porque razón en Caracas y muchas ciudades de Venezuela, hay barrios y superbarrios con ranchos de hojalata y cartón. Además, porque los colectivos siguen invadiendo las viviendas vacías de los venezolanos que salieron huyendo de la crisis económica.
Otro cuento fue cuando gritando a pulmón dijo que había repotenciado a todos los hospitales del país. Algo tan descarado porque, aunque los medios de comunicación venezolanos no informan por la mordaza, el Informe de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU, habla de la muerte de niños en los hospitales por desnutrición y falta de medicinas. También da a conocer la carencia en los hospitales al tener que compartir una cama con dos pacientes al mismo tiempo. Es bueno recordar que los recursos asignados para el equipamiento de hospitales se desvanecieron y ninguno de los que han estado como ministro rinden cuentas.
Esa es la verdadera realidad de Venezuela y no la dibujada por Maduro el 11 de enero 2020 en el Palacio Federal Legislativo
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