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Si hay una forma de amar los lugares y más el sitio donde nacimos o el que nos abrigó, es necesario resaltar sus personajes emblemáticos. Ellos llenan de orgullo el alma. Tal es el caso de José Terán, un deltano que no se había dado cuenta que de pronto se convirtió en una celebridad.

El doctor y periodista Abrahám Gómez le hizo una entrevista vía telefónica y nos permite disfrutarla y conocer un poco más de ese «groomer» que enaltece al Delta y su Deltanidad.

“Me emociona cuando escucho Tucupita en muchos idiomas en el mundo”

Luego de múltiples intentos, al fin logramos una amena conversación con un deltano suficiente y justificadamente admirado en muchos países actualmente: José Tucupita Terán.

Considerado, sin lugar a dudas, el número uno como groomer (peluquero canino); sin embargo, cuando me atrevo a consultarle, que, si puedo decir que, en   su ámbito profesional, es el mejor del mundo; me hace la siguiente aclaratoria:” Gracias por su gentileza, profesor Abraham, pero creerse el mejor del mundo en esta profesión es obsceno lleva muchos años aprender esta habilidad y mucho más desarrollarla.

Hace una breve pausa (que nos pareció que se había interrumpido la llamada telefónica); luego añade: “En esto nadie es el mejor, hay muchos que son tan buenos o más que yo. Podría decir que soy muy reconocido y he logrado destacarme.”

Y en gesto de pura humildad, de quien sabemos triunfador, agrega a esta parte de nuestro diálogo: “He tenido oportunidad de demostrar mi destreza y he sido premiado y reconocido; aun así, tengo mucho que aprender y hacer para seguir avanzando en esta carrera”.

Aprovechamos de reiterarle el inmenso orgullo que sentimos, en esta tierra que lo vio nacer, por él y por todo cuanto ha venido conquistando, en base a sus propios méritos y talento.

José, suponemos que sientes nostalgias, –en tantos viajes por innumerables ciudades – por tu Delta. Exclama este joven brillante: “Claro, profesor. Llevo a toda su gente en mi corazón. Déjeme decirle que añoro la Tucupita de mi adolescencia. Sabe que actualmente me encantaría volver; aunque ya todos mis amigos no están ahí. Sólo algunos y mi familia; aun así, deseo regresar a mi pueblo, oler su aire, ver a mi familia.  Es algo que añoro profundamente”. Me pareció que hubo algún sollozo, naturalmente justificado.

Hay un hecho curioso, José, le advertimos. En casi todo el mundo, ya casi se te conoce como Tucupita Terán. Pregunto, ¿cómo surge la idea de adjetivar tu nombre de pila, con el de tu ciudad natal?

“Sumamente interesante – lo expresa con incontenible alegría–. La Historia de ponerme como seudónimo el nombre de mi pueblo nació porque la mayoría de las personas que conocía en todos mis campeonatos de peluquería, me preguntaban de qué parte de Venezuela era; y les decía Tucupita.  Y créame, profesor Abraham, aunque nadie conocía dónde quedaba Tucupita, ese nombre permanecía encajado en sus mentes; luego me decía Tucu; después con el tiempo, me pareció buena idea adoptar el nombre, y así dar a conocer mi hermoso pueblo, y hacerle tributo en cada lugar del mundo para que sea conocido. Le digo, algo más, es muy emocionante para mi escuchar en múltiples acentos el nombre de Tucupita cuando soy nombrado.”

José, nos gustaría que nos hablaras de tus inicios en la capital deltana, de tus estudios, de tu familia….

“Con gusto, profesor. Estudié en la Escuela Básica Tarcisia de Romero, y luego en el liceo Aníbal Rojas hasta 3er año y finalicé el bachillerato en el ciclo diversificado Néstor Luis Pérez.

Me fui a Mérida a estudiar en la Universidad de los Andes, y viví allí hasta el 2011. Cuando regresé a Tucupita, con ganas de vivir de mi ejercicio profesional, como profesor especialista en ciencias biológicas; aunque conseguí empleo muy rápido. Fui profesor de Química en el 2011 al 2013 en Aníbal Rojas Pérez y profesor de Ciencias de la tierra en ese mismo periodo en el Colegio María Auxiliadora. Lamentablemente, la poca paga y las condiciones infrahumanas de trabajar me obligaron a dejarlo y dedicarme por completo con mi negocio de Peluquería canina, que en ese tiempo ya era muy rentable”

Luce muy asertiva tu apreciación, José; porque nadie se ha hecho rico como docente.

“Pero le puedo decir, profesor Abraham, que desde niño quise ser educador. Jugaba con mis hermanos a que yo era el maestro. Y cuando hice mis primeras prácticas de Laboratorio, como estudiante, en 7mo grado, me enamoré de la Biología y la Ciencia; y allí (a mis 11 años) decidí que estudiaría para ser profesor de Ciencias Naturales”. Un develamiento vocacional precoz”.

“Hay algo que deseo decirle, en esta conversación amena con usted. Para mi es un gran honor que usted me tome en cuenta para esto; sabe por qué, porque yo crecí escuchándolo por sus programas en Radio Tucupita. “

Muchas gracias, José, muy amable.

“Permítame decir que mi madre es Ana Morillo. Ella se jubiló hace poco, luego de haber trabajado toda la vida como Auxiliar de Laboratorio del Ipasme y Enfermera en el Materno Infantil y la Clínica Cemetca”

Anita Morillo y yo somos excelentes amigos, desde hace más de cuarenta años.

José, sabemos que ahora estás residenciado en España. Suponemos que desde allí piensas proyectarte para el resto de Europa…

“Si ya lo ha hecho, trabajo en toda Europa; la semana pasada estaba en Bosnia, Croacia y Italia…

“Cierto, así como usted lo mencionó, actualmente vivo en España; donde realizo capacitaciones a muchos peluqueros que quieren aprender de mis conocimientos; pareciera una paradoja, mi destreza como profesor las utilizo para enseñar Peluquería Canina, y trabajo para una Escuela muy importante de peluquería canina, en Girona. En el futuro me veo teniendo mi propio centro de formación. Como se está dando cuenta, enseñar es parte de mi”.

José, ¿conoces o te has logrado comunicar con los otros deltanos talentos que están triunfando por el mundo?

“En persona a muy pocos; pero sigo a todos. Me siento muy orgulloso que muchos de los que estamos fuera nos destaquemos y seamos venezolanos de bien; eso dice mucho de nuestro gentilicio; por ejemplo, Darwin Machis, a quien espero conocerle y darle la mano por dejar a nuestro pueblo bien en alto”.

Gracias, José por dispensarme estos minutos.

“Muchísimas gracias a usted, profesor Abraham, por el interés. Perdone la demora, para atender sus llamadas telefónicas, pero he tenido tantos cambios estos últimos meses y siempre se me olvidaba.”

Abraham Gómez

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