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Millones de personas en China regresaban este lunes 10 de febrero al trabajo después de unas vacaciones prolongadas por el gobierno para frenar la propagación del nuevo coronavirus, que ha causado más de 900 muertos en el país y obligó al presidente Xi Jinping a mostrarse por primera vez en público con un tapaboca.

Al menos 40.000 personas en China continental han sido infectadas por el virus, que se cree que surgió a finales de 2019 en un mercado de la capital de la provincia de Hubei, Wuhan.

Este lunes, por primera vez, el presidente chino Xi Jinping apareció en público con una máscara de protección y dejándose tomar la temperatura, como hacen a diario millones de chinos.

Y aunque la Organización Mundial de la Salud (OMS) asegura que hay señales de que la epidemia se está estabilizando, su director general advirtió que puede haber más casos en el extranjero de personas que nunca han viajado a China.

“Es posible que solo estemos viendo la punta del iceberg”, dijo Tedros Adhanom Ghebreyesus.

Un equipo de expertos internacionales de la OMS, dirigido por Bruce Aylward, un veterano de emergencias sanitarias, partió el domingo por la noche a China.

En un intento por contener el virus, las ciudades de Hubei están confinadas y se cortaron las vías de transporte en el país para detener el movimiento de cientos de millones de personas que generalmente visitan a sus familiares durante las vacaciones del Año Nuevo Lunar.

Oficialmente estas vacaciones se prolongaron solo tres días, pero muchas ciudades y provincias las alargaron hasta el 10 de febrero.

Estas medidas sin precedentes han convertido las ciudades en pueblos fantasmas.

Pero algunas señales indican este lunes que el país vuelve a un amago de normalidad.

En las carreteras de Pekín y Shanghái hay bastante más tráfico que en los últimos días, aunque muchas tiendas siguen cerradas. La ciudad de Guangzhou (sur) informó que el transporte público se reanudará a partir del lunes.

Quienes regresan al trabajo tienen miedo. “Por supuesto que estamos preocupados”, afirma un joven de 25 años apellidado Li en un centro de belleza de Pekín, que reabrió el lunes.

“Cuando entran los clientes, primero les tomamos la temperatura, después usamos desinfectante y les pedimos que se laven las manos”, explica.

AGENCIAS

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