Compartir

GLADYS SOCORRO
@gladyssocorro

Esta semana habrá un nuevo round entre Nicolás Maduro y Juan Guaidó al más alto nivel internacional. Los apoyos que cada uno dice tener quedarán en evidencia este jueves 17 de octubre cuando la Asamblea General de la Organización de las Naciones Unidas decida si Venezuela será o no miembro del Consejo de Derechos Humanos de este organismo. También se medirá la fuerza e influencia que tiene Estados Unidos, el mayor aliado de la oposición venezolana en su lucha por recuperar la democracia en el país.

Aunque a todas luces pareciera una vulgaridad que Venezuela siquiera sea considerada una opción para ocupar una silla dentro de este Consejo debido a las contundentes acusaciones que por violación sistemática de los derechos humanos le ha hecho la misma ONU al gobierno de Maduro, su elección no luce descabellada. Todo dependerá de los movimientos diplomáticos que cada bando pueda consolidar dentro de la Asamblea General de la ONU. La elección es por mayoría simple. Son 193 Estados miembros con derecho a votación de los que de entrada se sabe que 54 apoyan a Guaidó y según el canciller oficialista, Jorge Arreaza, los 120 miembros del Movimiento de Países No Alineados respaldarían a Maduro y su inclusión en el Consejo. En teoría quedarían 66 votos a disputarse entre ambos bandos pero con que Maduro logre sumar 97, ya estaría adentro.

Venezuela disputaba su puesto sólo con Brasil, pero Costa Rica se postuló hace una semana. Irá en dupla con los brasileños para evitar a toda costa que Maduro y su combo ocupen un puesto en dicho organismo dedicado a actuar cuando ocurren violaciones de derechos humanos en cualquier parte del mundo, entendiéndose por estas cuando el Estado no cumple con sus obligaciones por acción u omisión. Si bien las decisiones que se tomen en su seno no son vinculantes para la Oficina del Alto Comisionado, tiene el deber de hacer recomendaciones a los Estados sobre cómo respetar y garantizar los derechos humanos, además de establecer comisiones para investigar y determinar los hechos.

¡Vaya paradoja la que se vivirá en la Asamblea General de la ONU el jueves! El mismo organismo internacional cuya razón de ser es el mantenimiento de la paz y la seguridad mundial, podría avalar la inclusión de Venezuela como garante de los derechos humanos, cuyo gobierno está acusado por ellos mismos de torturador y violador de los derechos fundamentales de su población. Una contradicción imposible de justificar pero que además tiene nefastos precedentes ya que Cuba también ha sido miembro del referido Consejo pese a que está cuestionada desde hace décadas por sus ataques a las libertades del ser humano.

Entre los señalamientos que hizo la Alta Comisionada de los Derechos Humanos, Michelle Bachelet, al gobierno de Maduro en su informe presentado el pasado 4 de julio, se afirma que en el último decenio –y especialmente desde 2016– el gobierno venezolano y sus instituciones han puesto en marcha una estrategia “orientada a neutralizar, reprimir y criminalizar a la oposición política y a quienes critican al gobierno. Un conjunto de leyes, políticas y prácticas que ha reducido el ámbito democrático, ha desmontado el sistema de control institucional sobre el poder ejecutivo y ha permitido la reiteración de graves violaciones de derechos humanos».

En el documento también se destaca la repercusión de la profunda crisis económica que ha privado a la población de los medios necesarios para satisfacer sus derechos fundamentales en materia de alimentación y cuidados, obligando a cerca de 5 millones de venezolanos a huir del país en busca de mejores condiciones de vida, realidad que ha desembocado en una crisis regional sin precedentes cuya manifestación más clara son los brotes de xenofobia que se viven en países hermanos como Perú y Ecuador.

Elegir a Venezuela como miembro del Consejo de Derechos Humanos de la ONU sería poner a zamuro a cuidar carne. Si consigue la mayoría simple en la Asamblea General se ganaría el puesto. Éticamente hablando, el sólo hecho de que en la ONU se le permita ser candidata es una cachetada para los millones de venezolanos que han tenido que dejar el país para alimentar a sus familias, para nuestros muertos en protestas, por desnutrición o por falta de medicinas y atención médica; una cachetada a nuestros presos políticos, a nuestras víctimas en manos de los arbitrarios cuerpos de seguridad del Estado y a quienes padecemos el calvario diario de sobrevivir a 10, 12 y 14 horas diarias sin electricidad, meses sin el servicio de agua y colas de 3 y 4 días para surtir gasolina.

Gladys Socorro
Periodista
Twitter: @gladyssocorro

Deja un comentario