Despidiendo el año viejo y recibiendo el nuevo año se convirtió en un emblema de Tucupita
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Tucupita, 1 de agosto 2019 | Fátima Rivas. En los 171 años de la fundación de Tucupita, rendimos un merecido homenaje a Eulio Sandoval Martínez, que aunque no nació en esta tierra, ella supo acogerlo como un gran hijo, un deltano. Su amor por la radio y el Delta lo conviertieron en un emblema de Tucupita y de Delta Amacuro. Que el Señor te bendiga y te pastoree.

Este escrito es difícil por dos cosas, primero, porque cuesta un mundo reescribir en pasado los verbos de alguien que mantenía viva la unión y la tradición de familias cerca de un radio, incluso ahora, cuando los nuevos tiempos y las circunstancias ajenas nos han hecho escuchar y darnos el ‘feliz año’ dispersos por el mundo, pero con la unión en el alma… Gracias a Eulio. Y segundo, porque forma parte de una entrevista realizada 10 años atrás por un equipo llamado ‘Delta Magazine’ y no fue tan fácil recuperar la información.

En todos los pueblos hay tradiciones particulares, hay personajes conocidos por todos y hay voces que nunca serán olvidadas. En Delta Amacuro, una persona reunía todas las características que convierten a alguien en tradición y en ejemplo de arraigo… Se llamaba Eulio Sandoval Martínez.

“Llegué a Tucupita un 27 de julio de 1963, venía de mi patria chica, Playa Grande, en el estado Sucre, tenía la misión de entregar unos papeles a la pequeña y mediana industria acá en Tucupita, papeles que enviaba el director propietario de lo que fue ‘Radio Tucupita’ para ese entonces, el señor Sócrates Hernández Sandoval, primo hermano de este humilde servidor”, destacaba en ese entonces, para la segunda mitad de un diciembre del año 2009, Don Eulio, como me dio por llamarlo mientras lo veía desenvolverse como pez en el agua en una cabina de radio, su ambiente natural, su segundo hogar.

Lo más importante para Eulio Sandoval Martínez fue su
familia, luego la radio y su amor por Tucupita

Desde esos años, por los 60, comenzó a hacer de la radio su oficio, despidiendo al año viejo, “desde diciembre del año 1963, Hugo Marrón Borjas, el primer locutor profesional que estaba en Tucupita, me dijo que si podía despedir la emisora, porque yo practicaba mucho en la radio, antes las emisoras trabajaban hasta las 10 de la noche de lunes a sábado, y los domingos hasta las 6 de la tarde, como yo era practicante, tenía un programa hípico que se transmitía todos los viernes a las 5 de la tarde, y en vivo, Hugo Marrón Borjas me preguntó que si yo podía despedir el año ese 31, y acepté”.

“Antes de despedir el primer año, era bastante sentimental”
Hace 55 años, Eulio Sandoval destacó que despedir el año viejo por primera vez fue una experiencia bastante difícil, “toda mi familia estaba en Playa Grande, no había conexión telefónica así como hay ahorita, había un teléfono en casa de la familia Tovar donde uno iba y llamaba, entonces fui y llamé a mi papá”, relataba un Eulio con los ojos aguados, “tenía 18 años la primera vez que dije ‘Feliz Año’”, dijo.
“La gente se
familiarizó en como yo despido el año”
Sandoval, siempre estaba atento a la pregunta que todos los diciembres le hacían en la calle, “la gente me detiene en las aceras y me pregunta que si daré el feliz año y siempre les digo que sí, Dios mediante sí; porque la gente se familiarizó en como yo despido el año, en cómo animo el programa, siento que tengo mucho que dar todavía en la radio, y sigo trabajando gracias a Dios sin haberme querido ir en ningún momento”.

Sin duda, toda despedida es difícil, y aunque suene trillado, de estar conscientes de que fue el 2018 la última vez que Don Eulio Sandoval Martínez decía ‘Feliz Año Nuevo’, quizá hubiéramos caído en cuenta del vacío que dejó en varias generaciones, como un familiar que se nos fue, sin muchas ganas de despedirse aunque los años pesaran en la voz y en el andar.

La última vez que vi a Eulio fue frente a Gobernación, venía saliendo de allí, y me saludó como siempre solía hacerlo, con esa cercanía de padre y caballero que lo hicieron conquistar el corazón de todo un pueblo.

Un pueblo que extrañará sus frases pero no dejará de decirlas, porque se enraizaron en nuestro gentilicio como lo hizo él desde ese 1963; así que “Amanecerá y Veremos…Quien sabe si será así”.

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