Crisanto Gregorio León
Primeramente es crucial que te preguntes si valoras esa relación amistosa o de amistad y cuál es el papel que como ser humano te corresponde cumplir dentro de ella, una vez que has dimensionado como tu amigo o amiga a quien te ha demostrado haberte valorado como persona y te ha encumbrado a la condición superior de cualquier otra con la que se ha codeado o relacionado.
¿Cómo te comportas cuando un amigo te hace saber su necesidad, su problema o su situación? O ¿Cuál es tu reacción al saber que un amigo se encuentra en dificultades? Harto conocido es que son los verdaderos amigos quienes te asisten en tiempos de penuria y dificultad, que saber de buena tinta que un amigo real es el que te visita si estás preso o en cama de enfermo o incluso el que va a tu funeral demostrando a los asistentes que hay pesar en su corazón por la partida física de quien fuiste como persona en vida para él o para ella.
Es que acaso, cuando un amigo te pide ayuda, tú ves en ello la posibilidad de arrancarle dinero o despojarlo de algo que posee. O cuando un amigo te implora ayuda o solo te hace saber su dificultad, entonces tú te haces el desentendido y le esquivas, sin escuchar su llamado por ninguna vía. Si procedes así, entonces no eres amigo.
Cuando un amigo acude a ti por ayuda, es la oportunidad que te dio la vida de auto demostrarte o demostrarle a tu amigo que eres una persona de valía espiritual, que ha sido trascendente ser tu amigo, que no se ha perdido el tiempo en haberte considerado alguien especial. Que no ha sido un malgastar de momentos de alegría, de risas, de compartir juntos, que de nada sirvió el encuentro en la vida y las confidencias y los tratos de hermandad sean cuales hayan sido no dejaron buena huella humana en ti.
¿Realmente crees que tu aporte dentro de esa relación es la de un amigo o amiga, o solo eres un fariseo que se aparta de la nobleza que es ser amigo?
Hay quienes se vuelven pedantes y jactanciosos con los que en una relación compartían la nobleza de la amistad y se trasforman al ocupar cargos o reconocimientos en los que el amigo o la amiga ahora no tiene cabida y es el desprecio el que se enseñorea sobre el espíritu del falso, entonces queda en evidencia que en esa relación la amistad fue unilateral, pues el otro lado era un convidado de astucia e interesado que ahora siente que no precisa del amigo pensando que la vida no le deparará nuevas situaciones en las que necesitará del brazo y la mano desinteresada de quienes en otro momento le insuflaron hálitos de bondad.
Abogado/ Escritor