Compartir
‘La calidad teatral del mundo político se había tornado tan patente, que el teatro podía aparecer como el reinado de la realidad.»

 Hannah Arendt
Vamos camino al mes de diciembre, un diciembre que se presagia mucho más oscuro que el del año que pasó. No es para menos, la cesta básica paso la barrera de los 64.000,00 Bs.S y el salario mínimo es de 1.800,00 de los devaluados nuevos bolívares. Unas 35 veces y media menos.

Lo cierto es que lo de la reconversión monetaria resultó ser un fraude, una medida mediatica, propagandística, para restarle impacto a las exhorbitantes cifras que ya ellos sabían a las que tendrían que enfrentarse aterrorizados los venezolanos, para hacer las menguada compras para sus casas.
Han pasado tres meses desde que el presidente de la república, anunció la supuesta panacea de quitarle cinco ceros a la moneda y anclarla al fulano Petro, un «instrumento financiero» que nadie conoce y que no cotiza en ningún mercado mundial, sin que al enfermo se le vea mejoria, por el contrario; va en fase terminal. Los precios aumentan en cuestión de horas, y cualquier anuncio que hacen los señores del gobierno acerca de un determinado rubro, desaparece de la vista de los consumidores como por un subterfugio digno de David Copperfield.
El colapso del país es tangible, palpable, no hay forma ni manera de ocultarlo. Lo vivimos y padecemos a diario, sus partidarios lo sufren, algunos callan, otros levantan sus voces. Amor con hambre no dura y si viene aderezado con los mismos embustes desde hace 20 años, pues mas amargo es.
Prueba de ello son las continuas protestas de los trabajadores del sector público, a los que el gobierno, en su necesaria voracidad fiscal ha pretendido, a través de la mentira del «grandioso» aumento del salario que acompañó a los anuncios de la reconversión, desconocer sus contrataciones colectivas haciendo «tabula rasa» y metiendolos a todos sin contemplación en el infame saco del sueldo mínimo. Una forma muy rebuscada de reducir el gasto público con una sonrisa en los labios. Diera la impresión que los genios «progresistas» que asesoran al gobierno olvidaron que el populismo no es compatible con ajustes y reducciones, el lactante cuando le sacan la teta de la boca, indefectiblemente llora.
Mejor no hablemos de servicios públicos, ni de seguridad ciudadana, ni de seguridad social, (a los pobres pensionados me remito) ni de salud o de educación. Esto se lo llevó quien lo trajo, con el agravante de que no lo quiere devolver.
Vivimos momentos duros, muy duros. Aquí ya no hay lugar para más demagogia ni más mentiras, el debate político tiene que ser un debate serio, orientado a la recuperación del país en todos los ámbitos, en lo económico, en lo social, en lo civico, ya no caben frusilerias, banalidades, ni mucho menos confrontaciones estériles, Venezuela y los venezolanos están primero que nada y que nadie.
Si seguimos en esta carrera loca sin saber donde vamos a llegar, alguien en algún momento tendrá que explicarle a los ciudadanos de este país hacia dónde vamos por aquí donde vamos. Y no va a ser fácil para el que le toque. ¡Anotenlo!
José Manuel Rodríguez
Analista / Consultor Político

Deja un comentario