Hemos percibido, desde ya, que bastante gente se está embullando con este asunto del cambio de los planes de estudios universitarios, asomado por el sector oficial, a través de personeros del gobierno que no tienen la menor noción de lo que intentan proponer.
Dejan caer este asunto de “reforma curricular” como si se tratara de algo simple o fácilmente despachable. Pero, aquí no todo el que quiere puede.
Debe llamarnos a preocupación que quienes proponen nuevas carreras universitarias, adaptadas a las exigencias productivas del país, han sido los mismos propulsores que en escenarios pasados, y bajo otras motivaciones, exhibieron su crasa ignorancia. Únicamente destilaron contagio ideológico al pergeñar unos escritos que resultaron sendos adefesios, técnicamente inaplicables, desde el punto de vista curricular.
Transformación permanente de las instituciones universitarias es exactamente lo que deseamos quienes somos hechuras de tales espacios: de su inacabable dinámica, de su dialógica y dialéctica.
Queremos de buena fe que quienes adelantan las iniciativas para las discusiones de nuevas mallas curriculares en las universidades venezolanas sepan de qué hablan cuando se atreven a proponer una cartografía completa de las ofertas académicas que calcen con la productividad del país. Que estimulen la educación superior, su pertinencia territorial en las universidades de reciente creación, a partir de los Institutos Universitarios y Politécnicos.
En nuestro indetenible recorrido por la universidades venezolanas, por diferentes motivos académicos, nos conseguimos con profesionales densamente formados en diseño curricular, que han acumulado bastantes años de experiencias en estas especialidades, que portan en sí mismos “caja de herramientas” intelectuales, siempre al servicio del país.
Si los propósitos asomados desde el oficialismo apuntan a una recomposición seria del mapa curricular, que abarque disímiles temas, planes de estudios, programas y perfiles ocupacionales, entre muchos otros aspectos, deben ser debatidos por/para el futuro de la Universidad venezolana.
Hay esencialmente una exigencia, que no puede quedar a un costado: los actores participantes en las deliberaciones deben ser los mejores; aflorados desde las propias universidades; que posean amplísima formación en la materia y las probadas cualidades para tales fines; para evitar los innecesarios extravíos y la pérdida de tiempo.
Contrariamente, si la idea es armar un “ardid distractor” ante la crisis nacional, entonces en ese saco caben muchos; al tiempo que se estarían haciendo ejercicios vanos de demagogia, malabarismos para balbucear cualquier cosa sin arribar significativamente a algo.
¿Cómo queremos nuestra Universidad? Aspiramos poseer una Universidad donde encuentren cauces expeditos las distintas corrientes del pensamiento. Queremos y necesitamos una Universidad que se levante y proyecte en el concierto de las más prestigiosas y libres casas de Estudios Superiores del mundo.
Exactamente así la queremos y necesitamos: Una Universidad dispuesta a transformarse curricularmente, de verdad, a partir de sus propios impulsos, sensibilidades e imbricada con su Sociedad.
Dr. Abraham Gómez R.
Miembro de la Academia Venezolana de la Lengua
abrahamgom@gmail.com